Me desperté con mi cara sobre el pecho de Michael y gracias a que sus manos acariciaban mi espalda. Sonreí y me escondí en su cuello.
- Buenos días, Bonita - susurró en mi oído con voz ronca y se me erizó la piel.
- Mmmhhdía - ronroneé desde ese lugar y me apretó contra él.
- ¿Y si nos quedamos así todo el día?
- Si, por favor - contesté aspirando su perfume.
Le di un beso en el cuello y sentí como se le ponía la piel de gallina.
- Que lindo es tenerte acá - giró su cara para depositar un beso en mi frente y dejar sus labios ahí unos minutos.
Me entredormí un ratito y cuando abrí los ojos nuevamente, estaba sola en la habitación. Escuché ruidos que provenían de la cocina y me levanté para ir al baño a asearme.
Aparecí en el living cuando Michael estaba poniendo unos platos sobre la mesa. Mi panza rugió reclamando comida, ya que el aroma que se olfateaba era muy bueno.
- Ahora si te despertaste, bella durmiente.
- Perdón. Estaba cansada - dije acercándome a él - Hola vos.
- Por eso no te molesté antes - respondió y aceptó mi beso de saludo - Hola yo.
- Huele rico - miré el super desayuno que había preparado.
- Nutritivo, así después entreno.
- Que bueno va a ser ver eso - contesté mientras me sentaba en la silla.
- ¿No te querés unir? - preguntó divertido.
- Nah, gracias. El entrenamiento físico no es lo mío - comenté mientras agarraba una tostada - Prefiero verte, seguramente eso va a ser más interesante.
Michael rió y desayunamos tranquilos mientras charlábamos. Minutos después, él se levantó para cambiarse mientras yo llevaba todo a la mesada para lavar. Cuando pasó a mi lado, me robó un beso y sonreí. Esto que estábamos viviendo se sentía bastante normal y cómodo. Me gustaba. Mucho.
Cuando ya estaba todo limpio, salí al patio para disfrutar del espectáculo. Italiano estaba entrando en calor mientras por los parlantes se escuchaba música movida. Fui hasta una reposera al lado de la pileta y me dediqué a mirar su entrenamiento. Tenía una hermosa vista privilegiada e iba aprovechar cada segundo.
No sé si era la temperatura de la mañana australiana o los movimientos de Michael que hacía que revolucionaban a mis hormonas pero el calor había entrado en mi cuerpo asique me saqué la ropa ya que tenía mi traje de baño debajo, y aproveché para tirarme al agua. Iba nadando hasta el borde de la pileta cuando de repente sentí como unas gotas salpicaban a mi lado gracias a un chapuzón. Segundos después sentí las manos de Michael en mi cintura y me abrazó apoyando su pecho en mi espalda. ¿En qué momento se había sacado la remera? No lo sabía, pero agradecí internamente por ello.
- Tramposa. Pensé que me ibas a esperar para entrar - dijo y giré para enfrentarme a él.
- Necesitaba refrescarme - contesté rodeando su cuello con mis brazos.
- ¿Ah, si? Y, ¿se puede saber por qué? - preguntó mientras caminaba.
- El ambiente está caluroso - comenté al mismo tiempo que sentía la pared en mi espalda - Sólo por eso.
- Que mala - susurró de forma seductora.
- Oh, no - miré sus ojos que lucían un color diferente.
- Creo saber el porqué... - habló sobre mis labios.
- ¿Si? - lo tenía a milímetros.
- Ajam... - tironeó mi labio inferior y se me escapó un gemido.
Sonrió de una manera demasiado sexy y me besó.
Estaba atrapada entre Michael y la pared de la pileta, sintiendo todo su cuerpo contra mí. Abrí mi boca para darle más profundidad a nuestro beso y aproveché para acariciar sus espalda al mismo tiempo que rodeaba su cadera con mis piernas.
Apenas me separé para poder recuperar un poco de aire. Apoyé mi frente sobre la de él mientras contorneaba sus pectorales con mis dedos.
- Tenes muchos lunares - susurré siguiendo con la vista donde iba mi mano - ¿Me dejas unirlos a todos?
- Claro que sí - dijo mientras miraba mis movimientos.
Siempre fui fan de los lunares. Son mi adicción y él estaba lleno de ellos.
Recorrí su pecho y sus brazos con mi índice mientras seguía el camino de puntos dibujando una línea imaginaria. En un rápido movimiento se dio vuelta, dejándome a caballito y seguí con mi trabajo. Su espalda estaba tan trabajaba que resaltaban todos sus músculos. No pude resistirme más y dejé un suave mordisco en su hombro izquierdo. Escuché como se le escapaba un gemido bajito y sonreí.
- No te das una idea del control mental que estoy teniendo en estos momentos para no hacerte otro tipo de cosas - dijo mientras se ponía colorado y me escondí en su cuello.
- Ya va a haber tiempo - susurré.
- Lo sé. Sabes que no voy a apurarte ni apurar las cosas que tenemos. Me gusta el ritmo que llevamos.
- A mi también - contesté y aproveché a tirarle agua en la cara.
- ¡Eeeyy!
Reí y me escapé de él. Traté de llegar a la otra orilla pero Italiano fue mas rápido; me agarró de la cintura para apegarme nuevamente a él y meternos al mismo tiempo debajo del agua.
Estuvimos jugando un rato más y luego salimos de la pileta para secarnos al sol.
- ¿Puedo preguntarte algo? - consulté mientras se sentaba en la reposera a mi lado.
- Claro que sí.
- El tema que me mandaste hace tres días atrás, ¿por qué fue?
- Porque es justamente lo que estoy sintiendo en estos momentos por vos, Bonita - contestó mirándome a los ojos - No necesito que seas perfecta. Te prometo que vale la pena el riesgo de todo esto. No te voy a forzar. Tu tienes que decidir. Te pido que confíes en mi. Estoy en esto y espero que sea de por vida. Pero sólo di la palabra y soy tuyo. Seré tu refugio, te mantendré a salvo y abrigada. Podemos tomar esto con calma. Porque se necesita tiempo para hacer de nosotros un hogar. Así que seguimos adelante, no hay vuelta atrás. Porque quiero ser tu refugio.
Mientras él citaba parte de la canción, se me escaparon un par de lágrimas. Michael sonrió tierno y se acercó para limpiarlas con sus pulgares.
- Si. Te conocí sin buscar nada ni nadie. Y encontré todo. Quiero arriesgar todo con vos y voy a confiarte mi vida. Ojalá sea para siempre. Quiero mantenerte a salvo y abrigado, tomando todo esto con calma. Me gusta que llamemos de nosotros un hogar. Y también quiero ser tu refugio. Lo quiero todo - respondí y sus ojos brillaron.
Michael me había hecho la declaración de amor más linda de mi vida. Acortamos la distancia que había entre los dos para besarnos, en el cual expresamos todo lo que nos acabábamos de confesar.
Sin lugar a dudas que éste chico ya me había robado el corazón desde el momento que lo vi en Abu Dhabi.
Ambos estábamos apostando a ésta relación. Y algo me decía que no me iba a arrepentir de esta decisión.
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No me sueltes
Fiksi PenggemarSoy Lía y tengo... No, tachen eso. Puedo hacerlo mejor. Me llamo Lía, y tengo muchas cosas para decir. Al principio no sabía que pensar, pero luego, lo que empezó como un simple coqueteo terminó siendo algo más. Se ganó mi corazón, se ganó mi amor y...