49. Tienes todo lo que quieres...

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Toda nuestra primera cita estuvo llena de lecciones y aprendizajes. Algo que siempre me ha gustado de Damián es su forma de decir las cosas, puede ser directo e hiriente o directo de forma cuidadosa y delicada, depende de su humor, el tema y la persona.

Hemos pasado por tantas cosas, todas demasiado intensas y significativas para mí; nada ha sido fácil, no cuando tengo una muralla rodeando mi verdadera personalidad y sentimientos, no cuando tengo pesadillas que me recuerdan constantemente quién soy y quién me hizo ser así. Pero con él... con él tengo ganas de intentarlo, él me hace sentir capaz, me hace sentir más fuerte.

Damián lo está intentando y nunca nadie lo intentó por mí. Él merece más de lo que les di a los demás, más de lo que creo que puedo dar, él merece que lo intente hasta el cansancio, que me quede, aunque todo en mi interior grita que huya, él merece que yo sea valiente.

Él tuvo toda la razón al decirme que esta noche me haría reír, que mi sonrisa no se borraría en ningún momento. Ambos nos montamos en el carrusel de caballos, de maldad escogí uno del lado opuesto de él, quería observarlo desde lejos, pero me sorprendió cuando después de unos minutos de tranquilidad se levantó.

La atracción estaba diseñada para una persona por caballo, por eso cuando se sentó detrás de mí y me abrazó, quedamos demasiado apretujados el uno con el otro, pero fue especial, sentir sus manos apretándome, su mentón apoyado en mi hombro, su respiración tranquila en mi rostro... fue mágico.

«Los momentos se vuelven especiales e inolvidables cuando sabes con quién compartirlos» Esas fueron las palabras que pronunció en un susurro cerca de mi oído. Esas palabras no podían ser más ciertas.

Luego de disfrutar esa atracción fuimos a los carritos chocones, me divertí esquivándolo y de vez en cuando chocándolo, a veces el impacto era tan fuerte que alguno se disculpaba con el otro antes de seguir jugando. Al finalizar esa atracción me quedé inmóvil al escuchar sus palabras.

«No todo es perfecto, a veces nos herimos, aunque no queramos. Nuestras decisiones, acciones y palabras son un arma de doble filo y las personas que más queremos a veces son las que más daño nos hacen. Pero no porque temamos ser heridos debamos dejar de vivir... porque sentir es vivir. Y... hay personas por las cuales se debe sufrir, se merece sufrir.»

Ese mensaje tocó cada fibra de mi interior, me di cuenta de que estaba atrapándome a mí misma, encerrándome para que no me volvieran a herir, pero así mismo prohibiéndome vivir intensamente.

Al final terminamos en una cabina de la rueda de la fortuna viendo el amanecer, mi cabeza acostada en su hombro, mis ojos observando el paisaje que se iluminaba frente de nosotros.

Nuestras manos están entrelazadas, nuestras respiraciones tranquilas, y ambos estamos en un estado de somnolencia.

— ¿Que me quieres enseñar con esta atracción Damián? —murmuro lentamente.

—Nada —responde en un susurro.

—Eh? —me incorporo levantando mi cabeza, parpadeo varias veces para despertarme un poco.

— ¿Esperabas más? —se burla.

—Bueno, ya que eres perfecto endulzando oídos pensé que saldrías con algo que me dejara sin aire para el final —él aprieta mi mano haciendo que mis ojos se dirijan a la unión de estas.

—La vista es más bella cuando estoy contigo —lo miro a los ojos sorprendida—. Todo es más bello cuando estoy contigo. No diré que me gustaste desde el primer momento que te vi porque te mentiría y mi nivel de cursilería no llega hasta esos límites, quizá si me parecía muy atractiva, pero nuestros primeros encuentros me indicaron que eras una niña inmadura y sin cerebro, estaba un poco decepcionado por lo que encontré.

—Oh vaya, gracias —digo con sarcasmo.

—Me parecías caprichosa, maleducada, sin contar que despreciaba tu gusto excesivo por ir de fiesta y emborracharte —ladea un poco su cabeza y la acerca lentamente a mi rostro, me quedo embobada sin la oportunidad de replicar—, pero... la niñata superficial empezó a mostrar cierta nobleza que me cautivó a la vez que me dejó perplejo. Tienes una personalidad muy bella que intentas ocultar la mayor parte del tiempo, mi reto ha sido juntar todas las piezas para lograr conocerte un poco.

—No sé qué decir... —soy sincera, él me deja sin palabras, además la cercanía de sus labios con los míos es demasiado para mis neuronas.

—No quiero que digas nada, solo quiero que sientas... —junta nuestras narices y cierra los ojos, yo hago lo mismo por acto reflejo—. Tu respiración se agita, tu corazón late con fuerza, sientes ese apretón en el estómago, la garganta seca, la ansiedad corriendo por cada una de tus venas. ¿Lo sientes?

—S-i... —tartamudeo un poco.

—Es lo que siento cada que te veo, cada segundo que estás a mi lado. El contrato no puede definir eso, quiero que sepas que mis sentimientos por ti no los mide y jamás los medirá un papel, esas reglas no sirven de nada.

Tiene razón, he sido demasiado testaruda al respecto. Sin embargo, aunque quiera intentarlo, sigo temiendo, él no conoce la parte oscura, lo que puedo llegar a ser, no ha conocido mi verdadera crueldad, mi lado sociópata e inhumano.

—Dime algo que quiera que no tenga —abro mis ojos y él hace lo mismo, nos alejamos un poco para mirarnos mejor.

—Nada, tienes todo lo que quieres... —responde.

—Es mentira, nunca he tenido nada de lo que he querido, nada de lo que realmente he querido —enfatizo, quiero que entienda una parte de mi—, nunca me he conformado con absolutamente nada, todo me aburre porque nada me llena... pero contigo me siento diferente, me siento feliz, asustada, triste, molesta, enloquecida, contigo no puedo medirme... mereces algo mejor que yo, pero siempre he sido egoísta, así que no planeo dejarte ir.

No necesito ninguna respuesta de su parte, no necesito palabras bonitas o promesas, ya estoy segura, ya estoy feliz. Solo lo quiero a él, con o sin contrato, quiero lo que tenemos, pero sin más restricciones.

Tomo la delantera y lo beso, lo beso con intensidad, con pasión, lo beso hasta que mis labios palpitan de dolor, porque creo que si hay dolores que merecen ser soportados.


Las reglas del deseo | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora