61. ¡¿Qué carajo está pasando aquí?!

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Algunas personas dicen que cuando estás a punto de morir puedes ver la recolección de los momentos más preciosos a lo largo de tu existencia, es como un regalo para recordar que has vivido y que es momento para dejar de hacerlo. A veces me pregunto que tipo de momentos reproduciría mi subconsciente si muriera ya mismo.

¿Todos los momentos falsos que he construido? ¿Todas las mentiras e hipocresías? ¿Encontraría mi cabeza algo digno para hacerme recordar lo que viví? Quizá mi cabeza saque a relucir mi tiempo junto a Damián, las discusiones, los besos, los gritos, las risas, todo, porque creo que hasta ahora no he vivido momentos tan preciosos como los que hemos construido juntos.

Estoy abrigada con mi cobija, acostada en mi cama y totalmente deprimida, no quiero hablar con nadie, ni ir a clases, no quiero enfrentar las consecuencias de mis actos, porque ahora que sé que todo eso fue por nada, me duele más. Esa noche al regresar a casa quería ir con Damián y contarle todo, arriesgarme a ver su expresión de dolor al enterarse de lo que había hecho, quería tener la oportunidad de darle una explicación, pero, la vida tenía otros planes, pues me encontré con una nota en mi cama, él había tenido que viajar con urgencia y tardaría tres días.

Sorbo por la nariz mientras me siento un desecho humano, mi propio padre me usó como una zorra, apostó sobre mi talento para seducir, le di la razón consiguiendo nuestros objetivos de la forma incorrecta, aunque claro, ya que todo era una mentira, no había nada real que conseguir.

Mi cuarto está vuelto un fiasco, me he emborrachado hasta perder el conocimiento, y así he estado por dos días, preparándome mentalmente para cuando regrese Damián.

Brandon Tover quiere venganza, aunque yo también he sido una víctima, él me odia, me lo dejó muy en claro en los cuarenta mensajes que me mandó media hora después de yo haber salido de su casa.

Mi alarma suena y sé que es hora de volver a la realidad, me levanto de la cama y me dirijo a mi armario, agarro un traje de baño negro, una camiseta ancha y unos shorts cortos. Termino colocándome unas sandalias y mirando mi reflejo demacrado al espejo, no tengo energías para peinarme y mucho menos maquillarme; agarro mi celular y observo el último mensaje que me mandó Brandon.

«Te espero en la fiesta de hoy, no faltes o te arrepentirás»

Sé que no se quedará con las manos cruzadas y yo tampoco, quiero solucionar este problema antes que regrese Damián, no puedo faltar a clases toda la vida y sé que en algún momento me encontraré a Brandon, es más, compartimos la misma clase.

Alex me escribe diciéndome que está al frente de mi casa y por unos segundos veo nuevos mensajes de Damián. Mis ojos se empañan, no he podido responder a sus llamadas, sé que la voz se me quebraría y me delataría inmediatamente. Salgo corriendo de mi casa y entro en el auto, Alex y Laura me saludan y yo les respondo con un gesto de cabeza, ambos han intentado hablar conmigo, ayudarme, preguntarme que ha sucedido, pero los he alejado completamente.

Llegamos a la fiesta en la playa y actúo en automático, ya he consumido demasiado alcohol y estoy en un estado deplorable, para mi desgracia Alex lo nota, porque mientras Laura sale corriendo a la diversión, él se queda a mi lado.

— ¿Qué te hicieron nena? —pregunta con tristeza.

—Me mataron Alex, me mataron —camino dándole la espalda y perdiéndome entre la gente.

Laura grita mi nombre, está al lado de las tres C, me dirijo a ellas y saludo cordialmente, luego se nos une Alex. Miro a mi alrededor y no veo rastro de Brandon, esto está a reventar.

—Te ves horrible, Amanda —dice Clara, atrayendo todas las miradas hacía mí.

—Rompió con Brandon —responde Laura entre risas, ni me mira, está concentrada en beber una margarita—. Todos hablan de eso en los pasillos de la universidad, al parecer Brandon tampoco es el mismo.

Las reglas del deseo | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora