¿Ropa de toda la semana? ¡Lista!
¿Bolso preparado con todos los utensilios? ¡Listo!
¿Planificación de maquillaje que combinen con la ropa de la semana? ¡Listo!
¿Notas de los temas que veremos esta semana en clase? ¡En proceso!
Siempre he sido la mejor alumna de mi clase y me preguntan como lo consigo, pues sé dividir mi vida entre lo académico y la diversión. Construí mi propia reputación con mucho esfuerzo, los profesores me adoran por mi personalidad, inteligencia y participación, he sabido ganármelos uno por uno y mis contactos me facilitan la tarea.
Desde el primer semestre tengo la costumbre de escribirles a mis profesores días antes del semestre, me gusta adelantarme a los hechos y les pido el programa que seguiremos, todos siempre se han sentido sorprendidos y han accedido sin ningún problema, les fascina que exista una alumna tan dedicada. Sin embargo, tuve ciertos problemas al escoger la electiva, no había opciones interesantes, así que opté por literatura para principiantes. No es una materia que me emocione excesivamente o que me importe de gran manera, pero la respuesta de la profesora a mi petición me sacó de las casillas.
«Señorita Amanda Kane, me complace su interés, sin embargo, en mis clases no hay preferencias de ningún tipo, así que no le enviaré el programa. Lo socializaremos el primer día de clases.
Que tenga un bello fin de semana.»
¡¿Preferencias?! ¡¿Qué?! No pido preferencias, es más, preferencia sería que me lo enviarán únicamente a mí, no es mi problema que todos los estudiantes sean unos desinteresados que jamás piden el programa días antes. Respondo intentando convencerla una vez más y no tengo suerte, vuelve a contestar casi lo mismo.
«Ya le di una respuesta.»
No planeo rogarle a absolutamente nadie, además, no es una materia que tenga que ver con mi profesión. Cierro mi portátil con un resoplido, siento que encontré mi pesadilla en este semestre.
Cuando llega el día de ir a la universidad me siento nerviosa, me levanto dos horas y media antes de la primera clase, cuento con una hora para arreglarme y comer, el resto será lo que demore en el trayecto, me gusta llegar 40 minutos antes de cualquier clase, así podré escoger los mejores asientos y repasar mis apuntes.
Me arreglo rápidamente, no tardo porque ya tenía todo preparado, soy muy estricta con el tiempo y no me permito ni un minuto más ni uno menos. Bajo hacía la cocina y encuentro mi plato servido, otra cosa que escogí, pues ahora que he entrado a clases organizo los menús del día para tener los suficientes nutrientes para no enfermarme. Después de desayunar me despido de Carol y salgo de la casa, directo al carro negro blindado que está estacionado en frente.
Me he colocado un vestido beige pegado al cuerpo, una chaqueta larga color marrón y unos botines de igual color, mi maquillaje es muy natural con un ligero brillo dorado en los ojos. Estoy perfecta.
El conductor no me dirige la palabra, lo usual. En vacaciones mi padre me quitó el privilegio de tener un conductor asignado para evitar un poco mis salidas, no pensó que eso no me impediría nada, existen los taxis y mejores amigos que pueden recogerme siempre que quiera.
Llegamos puntualmente a mi universidad, miro mi reloj bañado en oro con incrustaciones de diamantes y sonrío, llego justo a tiempo. Me bajo del auto y le recuerdo al conductor la hora en que me debe recoger, algunas personas que están en los alrededores se quedan observándome, lo normal, todos saben quién soy, y si no... bueno, ver mi hermoso auto deportivo Maybach Exelero, blindado, y con un diseño único que creó la compañía para mi... les da una idea.
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Las reglas del deseo | 1.0
Novela JuvenilDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...