Estoy sentada en las escaleras, la casa parece un cementerio, no se escucha ni un alma. Estoy segura de que todos se han encerrado en sus respectivas habitaciones y quisiera hacer los mismo, si tan solo tuviera el suficiente valor para caminar por los pasillos sin chocar con Damián. En fin, soy una autentica cobarde, incapaz de afrontar cara a cara al chico que traté despreciablemente anoche y que me defendió nuevamente hoy.
Cuando me siento mejor y he pensado en un discurso en mi cabeza, me levanto y subo las escaleras, al mal paso darle prisa. Llego hasta su habitación y respiro hondo, rememoro mi discurso para que no se me olvide, alzo mi mano y toco su puerta delicadamente, esta se entreabre y yo respingo ante la sorpresa.
Abro la puerta y entro en su sitio seguro, la habitación está completamente vacía y por primera vez la detallo, observo su personalidad en cada rincón de este lugar. Tiene dos bibliotecas realmente grandes y repletas de libros, me acerco para observar los títulos y ninguno me suena, aunque, tampoco debería, son demasiado cursis para mí, solo leyendo el lomo ya me resulta empalagoso.
Camino hacía el escritorio y lo recorro con las yemas de mis dedos, una parte de mi subconsciente me grita que no debería estar aquí, que respete su privacidad, pero estoy tan embobada que lo envío de paseo. Hay varios libros, cuadernos y agendas amontonadas, resaltadores de aquí a allá, pos-its desparramados de un lugar a otro, parece que un unicornio vomitó en su escritorio.
En el rincón hay una agenda abierta con un esfero, debajo de lo que se supone que es nuestro contrato, lo sé porque leo unos fragmentos y en el camino mis ojos se desvían hacía la agenda.
"Es más fácil mentir una sonrisa con la boca, que con los ojos"
Parpadeo varias veces y alzo la agenda con cuidado.
"A veces no me reconozco a mí mismo, finjo tanto que me he convertido en una realidad falsa para muchos, temo que al final termine siendo el personaje que he creado, y no pueda ser yo mismo."
No debería seguir leyendo, debería irme, debería hablar con él en otro momento...
"Hay elecciones voluntarias, y otras que se toman basadas en la presión del entorno. Si tan solo las personas se preocuparan por sí mismas y dejaran vivir a los demás, si tan solo las expectativas fueran solo de uno para uno, si tan solo decir «No» fuera normal y no causara decepciones... Si tan solo la libertad fuera realmente un derecho y no una elección
¿Cómo puedo encargarme de algo que no quiero, que no me interesa y que ni siquiera es mío? Mi madre ha sufrido tantas decepciones en su vida, que me da miedo convertirme en una de ellas.
Quiero una vida detrás de un escritorio, pero no dirigiendo una empresa, sino creando mis propios mundos"
Dejo el cuaderno en la mesa con más violencia de la que deseo ¿Qué estoy haciendo? No quiero que nadie se inmiscuya en mi vida y lo primero que hago es inmiscuirme en la de Damián. Esto es demasiado intimo y profundo como para que yo lo lea por netamente curiosidad.
Siento un sinsabor en la boca al pensar que él tiene algo que no quiere, y yo lucho por algo que quiero y no puedo tener. ¿Por qué la vida es tan jodidamente injusta?
Intento dejar todo donde lo encontré, sé que Damián no ha salido de la casa, pues estuve sentada en las escaleras un gran rato, así que debe estar en el mini cine o hablando con su madre. Cierro la puerta de su habitación cuidadosa y silenciosamente, me siento culpable, intentaré olvidar lo que leí, no puedo decir ni mencionar nada al respecto. Entro en mi habitación tan sumida en mis pensamientos, que cuando noto a alguien sentado en el borde de mi cama, pego un grito por el susto.
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Las reglas del deseo | 1.0
Teen FictionDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...