Llego a casa por mis propios medios, Brandon insistió en traerme de regreso, pero yo quería un momento a solas. A veces me da rabia como soy, quisiera cambiar, dejar de ser tan desconfiada, tan precavida, siempre lastimo a las personas de mi alrededor con mi comportamiento, todo para protegerme a mí misma porque me da miedo arriesgarme.
No quiero parecerme a mi padre, no quiero ser mi padre, y siento que ese es el camino que estoy tomando; estoy muy asustada por lo que puede suceder, si me dejo llevar habrá muchas cosas que no podré controlar, tengo que arriesgarme y cuesta cuando nunca lo he hecho. Lo primero que quiero hacer es hablar con Damián, aunque esté molesto por mis palabras sé que me escuchará.
Cuando llego a mi casa mi cabeza está más despejada y ya no tengo ni un solo rastro de alcohol en mi sistema, la caminada me ayudó. Cierro la puerta y volteo dispuesta a subir las escaleras cuando Carol aparece, me asusto tanto que salto para atrás y mi espalda choca con la puerta.
— ¡Dios mío! ¡¿Qué haces aquí?! —abro mucho los ojos.
— ¿Yo? —se señala con el índice haciéndose la tonta, cuando se acerca a mi noto su ceño fruncido—, nada, solo estaba limpiando el desastre que alguien hizo en la piscina.
—Yo...
—Para evitar futuros problemas tomé las botellas vacías y las llené con vino económico que mandé a comprar, las coloqué en su lugar para que tu padre no sospeche.
—Gracias —bajo la mirada, otra cosa que soy culpable.
—Encontré esto —me tiende mi celular, me sorprendo porque no fui consciente de que lo había dejado tirado—, no ha dejado de sonar, es Laura, respóndele que debe ser una emergencia —agarro el celular y ella se marcha sin darme la oportunidad de agradecerle.
Miro el celular y reviso mis llamadas perdidas, tengo un montón de Laura, tanto que me preocupo, jamás ha sido tan insistente, debe ser algo realmente urgente. Le devuelvo la llamada y me siento en las escaleras.
— ¡¿Dónde estás?! —prácticamente grita al responderme—. ¡He intentado contactarte hace dos horas!
— ¿Ocurrió algo? —pregunto preocupada—. ¿Te pasó algo? ¿Le pasó algo a Alex?
—Noooo —siento un peso dejar mi cuerpo.
— ¿Entonces? —pregunto ya más tranquila.
—Damián... —escuchar ese nombre prende todas mis alertas, me levanto con brusquedad de las escaleras—. ¡¿Viste con quién estaba?!
— ¡¿Qué?! No, no sé...
— ¡Con esa perra de literatura, el idiota se está acostando con ella! ¡Joderrrr! Todos están hablando de eso, eres la cuñada de tu profesora...
— ¡¿Quéééééé?! —grito sin poder contenerme, tapo mi boca al darme cuenta la hora que es.
Cuelga esta llamada inmediatamente y revisa su Instagram, hazme el favor de darle una lección a ese idiota porque me parece de lo más bajo meterse con tu profesora...
No la dejo continuar, le cuelgo la llamada y con mis dedos temblorosos entro en mi Instagram, me meto a su perfil con el corazón martilleándome al cien, soy una masoquista porque mi cabeza ya está imaginando los mil escenarios que me puedo encontrar.
Una foto, una foto es lo suficiente para paralizar mi mundo.
Una foto puede romper un corazón, y destruir cualquier esperanza.
Esa foto, la pose, la descripción, no puedo fingir que no me importa, la verdad es que me ha cagado la existencia y mi odio por esa mujer aumentó a niveles extraordinarios. Él está sonriéndole a la cámara, con sus ojos brillando por emoción, su sonrisa gigante y en su mejilla libre se le marca un hoyuelo, y digo mejilla libre, porque en la otra está ella simulando morderlo. Es una foto muy Tumblr, perfecta para parejas, pero ellos no son pareja.
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Las reglas del deseo | 1.0
Teen FictionDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...