Punto de vista de Damián Capítulo 8
No la soporto. No la soporto un solo segundo más.
Si, es demasiado atractiva para mi salud emocional, me gusta su sonrisa, su mirada, hasta la forma que tiene de siempre sacar un insulto creativo de su boca, no se deja de nadie, es fuerte, sabe responder y dar pelea, siempre me saca de quicio y amenaza con acabar mi cordura, es huracán, uno que arrasa todo a su paso.
Mi corazón late como un loco siempre que la tengo cerca, es como si por el simple hecho de respirar el mismo aire ya estuviéramos conectados. Me gusta molestarla, seguirle el juego, soy consciente de que a veces me paso de la raya, pero no quiero dejarla con la última palabra, no quiero que note lo que me hace sentir.
Está acostumbrada a tener el mundo a sus pies, a que todos babeen sin rechistar, es hermosa y lo sabe, sabe usar el maquillaje y la ropa a su favor, sabe qué decir y como decirlo. ¿Qué hombre no caería ante ella? El problema es que yo ya sé cómo son ese tipo de chicas y no quiero ir por ese camino. Me rehúso a ser el imbécil que lo da todo a cambio de nada, no soy un capricho.
—Damián... —mi madre aparece en mi campo de visión, estoy acostado en mi cama, con un libro en mis manos aparentando que estoy leyendo cuando en realidad no me puedo concentrar.
—Hola mami, ¿Qué más? —me hago el idiota y pongo cara de cordero degollado.
Ella no cae, mi madre jamás cae. Está con unos rulos en la cabeza, una bata, y una chancla. Si, una, porque la otra la tiene en su mano derecha y me la arroja sin siquiera darme tiempo para reaccionar. Siento el impacto en mi cabeza.
— ¡Au! —me quejo y llevo una de mis manos al lugar herido.
—¿Irás así a la cena? —su pregunta me parece tonta, obviamente estoy así porque no iré—. Oh no, no, no y no, arréglate y ponte lindo Damián, irás con nosotros y no hay un pero que valga —levanta el dedo índice, está que echa humo.
No iré. Odio los eventos sociales. Odio tener que fingir que estoy de acuerdo con el matrimonio apresurado de la mujer que más amo en el mundo. Anderson es un imbécil, lo huelo, solo quiero que las cague para joderlo. Nunca he sido fan de la violencia, pero él no me inspira nada bueno.
Desde que mi mamá me comentó sobre la cena de esta noche no hice más que quejarme, quiero quedarme leyendo, viendo películas, comiendo chatarra y pensando en la loca. No tengo ganas de ir a cumplir los caprichos de una chica ricachona con delirios de Lady Di, escuché la conversación entre mi madre y Anderson, al parecer los padres de la niñata fueron directos y comentaron que me querían en la cena para presentarme a su hija como caballo purasangre a punto de vender.
—Es la mejor amiga de tu hermana —escuchar esa última palabra me da un tic.
—Hermanastra mamá —la corrijo entre dientes, odio que digan la palabra "hermana" cuando en mi cabeza me la imagino desnuda, debajo, arriba, de un lado, del otro.
—Her-ma-na —me gruñe y coloca las manos en la cadera—, y los O'Brian son una familia importante para Anderson, estuvieron en su proceso de duelo, ayudaron y cuidaron a Amanda. Al parecer Laura es una chica increíble, hermosa, soltera.
—Si mamá, es la perfección traída a la tierra y será mi dolor de culo esta noche —murmuro furioso, odio cuando se pone de casamentera.
—Damián....
—Mamá... —la miro furioso—, no iré —declaro.
—O vas a las buenas o te juro que irás a las malas —amenaza.
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Las reglas del deseo | 1.0
Teen FictionDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...