- Prologo -

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— Amanda, cálmate —gruñe relajado, como si lo que me estuviera contando fuera una ridiculez sin importancia cuando es todo lo contrario, es algo que nos cambiará la vida. Su actitud provoca que controlarme sea casi imposible.

— ¡¿Calma?! ¡¿Calma?! ¡¿Es que te enloqueciste papá?! —estoy dando vueltas por la sala.

Cuando me pidió que bajara pensé que solo sería para una usual entrega de regalos, es su forma de disculparse por nunca estar presente, y aunque odio todo lo que provenga de él, acepto los obsequios de forma cortes, al menos sé que después del incomodo intercambio de regalos y saludos cada uno se sumerge en su mundo.

Nunca me ha importado la ausencia de mi padre, es más, me gusta que se largue y me deje tranquila, siempre estuve sin él y aprendí a ser independiente desde que mi madre falleció; su presencia incluso a veces me incomoda. Pero hoy, hoy me llama después de un viaje de apenas un mes ¡Un condenado mes! Supuestamente fue a Bogotá para adquirir algunas empresas al borde de la quiebra... ¡Iba a adquirir una empresa, no una esposa!, y llega sin ninguna compra y con una puñetera esposa. ¡Genial!

Sus palabras perforan mis oídos, no quiero escucharlo; me cuenta que hace meses se enamoró y lo había ocultado, que sus planes eran pasar unas vacaciones junto a su amada, que nunca había sentido algo igual después de que mi madre se fue, que la boda fue algo precipitado, que lamenta no habérmelo dicho antes.

Claro, es que casarte sin decirle nada a tu única hija... tu única familia... bueno, es algo que sin duda se olvida con facilidad.

Me cuesta respirar y siento una presión en el pecho que me deja sin aire; tengo ganas de gritar, quiero romper todo lo que encuentre a mi paso, sin embargo, estoy controlándome, esperando que me diga que es una broma, una maldita broma de mal gusto.

—Amanda, ella te va a agradar, también es empresaria y es muy hermosa —siento ganas de vomitar, me aprieto el estómago con ambas manos y empiezo a temblar, tengo que calmarme—, ambas se comprenderán. Ella no remplazará a tú madre, pero puede llegar a ser tu amiga —me habla con tanta calma mientras una tormenta se desata en mi interior.

Pierdo el control.

Lo insulto y grito con fuerza mientras empiezo a tirar todos los adornos que encuentro, mi padre está inmóvil, sé que no me va a detener, desde que apareció y me contó con calma el tema, supe que estaba preparado para mi peor reacción.

Tiro, rompo, tiro, rompo, adornos, cojines, tiro, rompo.

Cuando ya no encuentro nada para destruir me detengo, lo miro y siento como mis ojos se humedecen poco a poco, no voy a llorar, yo nunca lloro. Mi pecho sube y baja demostrando mi errática respiración.

— ¿Ya te calmaste? —ni siquiera se inmuta en levantarse del maldito sofá—, sé que es difícil aceptar esta noticia, pero estoy seguro de que los cuatro haremos una linda familia.

— ¿Cuatro? —que no me diga que la vieja tiene una mascota porque lo mato.

—Tú, yo, Grace y Damián

— ¡¿Quién putas es Damián?! —grito desesperada, esto es una pesadilla.

— ¡Modera tu vocabulario, maldita sea! —me importa un pepino mi vocabulario en estos momentos—. Damián es tu nuevo hermano.

—¡Joder! —me exaspero, no puedo más. Doy la vuelta y salgo corriendo hacia mi habitación.

Es imposible, mi padre casado es algo que no cabe en mi cabeza, no quiero dos extraños en mi casa, en la casa de mi madre; no quiero una madrastra que finja querer ser mi amiga, no quiero un hermanastro chillón que me toque cuidar. No quiero y me niego a aceptarlo.

Llego a mi habitación y me tiro en mi gigantesca cama mientras gruño, grito y pataleo. Es imposible que me haga esto a mí. Parece que compitiera mes a mes para arruinarme la vida, y siempre se supera.

Intento calmarme porque tengo que hablar con él del tema con más claridad, hacerle ver la locura que está cometiendo, el daño que me está haciendo, aunque esto último no le importe en absoluto. Pasa aproximadamente una hora hasta que me tranquilizo y tomo la iniciativa de iniciar una conversación con él.

Lo busco dónde sé que debe estar, entro a la cocina y lo encuentro sentado en el taburete de tres puestos que siempre usamos para comer, ya que el gran comedor es una exageración y nunca hemos comido juntos.

Cuando entro, lo encuentro conversando tranquilamente con Carol. Ella me hace ojitos y sé lo que quiere decir: «calma pequeña». Papá se lleva la tasa de café hacia los labios, mirándome fijamente, odio tanto su tranquilidad. Este no es él, es solo una versión ridícula para que yo ceda.

—Lo siento —me disculpo de mala gana.

«No necesitas castigos, contrólate» Me digo a mí misma. Necesito actuar con racionalidad.

—Te entiendo Amanda. Pero solo quiero que no me juzgues, que aceptes mi decisión y que intentes convivir con ellos lo mejor que puedas.

—Papá... son dos desconocidos para mí, y los traerás a mi casa, a mi hogar, me obligarás a convivir con ellos y...

—He tomado una decisión y ya está hecho, estamos casados Amanda —alza el dedo anular y cierro los ojos con fuerza al igual que mis puños.

No puedo hacer nada, no me escuchará ni intentará entenderme, solo debo adaptarme lo más rápido posible a la situación. Tengo 19 años y estoy terminando mi carrera, cuando lo haga podré heredar mi parte de Kn y ya no tendré que aguantar a nadie, será en menos de un año, debo resistir. Si lo hago enojar, me hará la vida imposible. Abro los ojos y lo miro con seriedad.

—Lo intentaré, papá —tengo ganas de matarlo.

— ¡Súper! —deja la tasa en la mesa y se acerca a mí con los brazos abiertos, me quedo helada cuando me rodea con ellos, se siente extraño y no puedo siquiera responder, no recuerdo la última vez que me abrazó—, Además creo que te hará bien tener un hermano, podrán salir y divertirse.

¡¿Cuantos años cree que tengo?! Se separa de mí y se lo agradezco mentalmente.

Nunca me han gustado las demostraciones de afecto de su parte porque sé que son con dobles intenciones. Y no, no soy exagerada. En esta historia, en mi historia, Anderson Kane aparenta ser el padre perfecto, pero en realidad es un monstruo, un monstruo que me tiene en sus manos, un monstruo que puede destruirme con solo chasquear los dedos.


Las reglas del deseo | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora