El alma se me sale del cuerpo y solo quiero huir. Me replanteo absolutamente todo ¿Por qué hice esta pijamada? ¿Cómo acepté este ridículo juego?
La habitación queda en silencio, todos me observan y creo que mi cara es un poema, hasta me he puesto pálida solo con escuchar las palabras "beso" y "Damián" en una sola frase. No, eso es algo que no puedo hacer, que nunca haría. Necesito alejarme de él, matar la atracción, no provocarla más.
— ¿No disque eres arriesgada? ¡Un beso no es nada! —Laura tiene una sonrisa en su rostro, la miro de la peor manera que puedo, se nota que disfruta la situación, es su venganza.
—Debe estar durmiendo —respondo con nerviosismo, intento buscar una escapatoria, no quiero que ellos se den cuenta de mi pánico.
—Es su hermano —interrumpe Alex con una mueca de desagrado. Asiento lentamente apoyándolo e inhalo aire, el cual queda atrapado en mis pulmones. Al menos alguien me apoya en toda esta ridiculez—. Seria incesto.
— ¡Son hermanos políticos! —interrumpe Camila con entusiasmo, ya se sabe a quién apoya. Las tres C están emocionadas por el picante de la situación—, yo me he masturbado con mi primo, besar al hermanastro no es nada.
Miro a Alex asustada, él está igual que yo. Las tres C empiezan a alentarme con varios «¡Vamos!» «¡Tú puedes!» «Nadie se enterará» Pero no logro captar todas sus palabras, solo miro a Laura con mi garganta seca y un nerviosismo evidente, ella sabe lo que está haciendo, su sonrisa es cada vez más grande al ver a Amanda Kane atrapada. Es justo lo que dice Alex, la gente no me destruye porque no le he dado la oportunidad de hacerlo ¿Dejaré que Laura se burle de esa forma?
— ¿Te da miedito? —sigue pinchándome.
Respiro hondo y suelto el aire; la miro desafiante. No dejaré que me intimide, no ahora, no sabiendo que puedo hacerla sufrir más de lo que ella cree. Nadie, absolutamente nadie puede jugar conmigo, porque yo soy la que enseña a jugar.
—No —sonrío. Me levanto lentamente y sus ojos parecen abrirse de sorpresa.
¿Creías que no lo haría? ¡Perra, nadie se mete conmigo!
Conmigo no juegan con fuego, sino con todo el puto infierno. La vida me enseñó a ser la peor versión de mí misma y esa chiquilla no sabe ni siquiera en lo que se ha metido. Mi padre me enseñó niveles de crueldad que sé replicar a la perfección, pero no quiero destruirla, solo le daré una pequeña lección.
Todas se levantan, las tres C están emocionadas, Laura ya tiene la misma cara que yo hace unos segundos y Alex... Alex está aterrado.
—Amanda, no tienes que hacer esto... —interrumpe Alex.
—Silencio, no quiero que despierten al idiota, es mejor robarle uno dormido que despierto.
—Esa no es la gracia —responde Laura acojonada.
—Dijiste un beso, se lo daré, no dijiste que tenía que estar consciente —bromeo.
—Es cierto —me apoyan las tres C riendo.
Doy la vuelta y todos me siguen a mis espaldas, a cada paso que doy siento que mi pobre corazón va a salirse del pecho. A medida que me acerco a su habitación el miedo me va superando, intento pensar que es un chico cualquiera y que debe estar dormido, nunca se enterara. Además, quizá esto me ayude a superarlo, cuando nuestros labios se unan y no sienta nada, o sienta lo mismo que con cualquier otro chico, el interés se esfumará más rápido.
Camino silenciosamente hasta su habitación, hago señas para que se queden en el marco de la puerta, todos asienten. Le lanzo una mirada a Laura y noto que está nerviosa, ella estaba segura de que me negaría, lo que quería era burlarse de mí en frente de todos.
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Las reglas del deseo | 1.0
Teen FictionDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...