s—Estoy viva, solo que estos días han sido muy ajetreados —le respondo a Alex. Ha pasado aproximadamente una hora desde el incidente con Damián, decidí llamar a Alex para confirmarle mi sobrevivencia para que no vuelva a suceder lo de esta mañana.
—¡Te odio! —me grita. Está enojado.
—Alex, sabes como soy, estos días han sido complicados y no he querido ver a nadie. Cuando esté de mejor humor prometo agendar una salida con ustedes —suspiro.
—No, no lo acepto, ni siquiera has respondido mensajes, no has ido a ninguna de las fiestotas que se han armado, mi Amanda no es así, y menos cuando en poco tiempo estaremos reventados con la universidad —protesta, él tiene razón. Siempre que estoy estresada o tengo problemas recurro a ellos por diversión.
—Ha habido muchos cambios en mi vida, ya nada es tan fácil como antes —y en parte es verdad, la presencia de mi padre me complica todo, y mi relación extraña con Damián suele ocupar mi cabeza.
—Laura está que la lleva el demonio —cambia el tema y mentalmente le agradezco, ya no quiero tener que dar más explicaciones y mucho menos que me cuestionen.
El problema con Laura es otra cosa que me tiene mal, me ha enviado más de veinte audios, los primeros llorando y gritando como una desquiciada, luego insultando a Damián y por último jurando por su virginidad perdida que se vengaría de todos los que le hicieron daño. En fin, está ardida.
—Lo superará —eso espero, ya no quiero más teatros—. Tampoco me parece adecuado que haya entrado a la habitación de mi hermanastro sin siquiera tocar, esta no es su casa Alex, y hasta a mí me avergüenza su comportamiento.
Todavía me parece extraño que Laura se haya encaprichado hasta el punto de perder la dignidad por un hombre y dejar que le hablara de esa forma, siempre hemos sido nosotras las que rechazamos épicamente, ninguna está acostumbrada a que el caso sea contrario.
—Si está mal, no la justifico —murmura—. Sin embargo, jamás pensé que tu hermanito cogería su propia casa como motel y le hablara de esa forma a ella... siempre ha parecido muy educado.
—No quiero hablar de él —corto.
No dejo de pensar en que le puse una fecha limite para acostarse conmigo, es irreal. Después de eso me dio la espalda y se metió al baño, ignorándome olímpicamente, así que no me quedo de otra que marcharme.
—Lástima... quería comentarte lo candente que se ven juntos —casi me ahogo con esas palabras, mis manos empiezan a sudar inmediatamente y se me seca la garganta.
— ¿De qué... hablas? —me entrecorto y toso al final para que no note mi nerviosismo.
— ¿De qué hablo? ¡¿Acaso te has mudado a Marte?! ¡Joder, de verdad estás rara! Nunca en la vida has estado tan desconectada.
—Alex —pronuncio su nombre entre dientes, no me gustan tantos rodeos y no entender a qué carajos se refiere.
—Okey, okey —suspira—. Tu hermosa cara y la de tu adorado hermanito está en todas las revistas y medios de comunicación —me quedo en blanco, parpadeo varias veces y coloco el celular en altavoz para poder revisar las noticias—. Moda, belleza, negocios, política. Se han apoderado de todo, su rostro, atuendo, fotos de ambos por todo lado. ¡Son tendencia!
¡Mierda! Tiene razón, hay fotos de nosotros desde que nos bajamos del auto y caminamos hacía el edificio. Hay hasta algunas mientras conversamos en el lobby y él dándome su carné. ¡Joderrrr!
—Se ven jodidamente inalcanzables, jamás los vi de esa forma, pero si fueran novios serían la pareja más popular del país, estoy seguro de que los invitan hasta a realitys.
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Las reglas del deseo | 1.0
Novela JuvenilDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...