Quiero estallar.
Quiero estallar por tantos motivos: por mi padre y su comportamiento, por Damián y su estupidez, por Grace y su perfección. Odio esto, lo odio. Necesito aguantar, pero mientras lo hago me desmorono.
Estoy sentanda al lado de Damián, ambos intentando separarnos lo más que podemos en los asientos traseros, cada uno mirando por su ventana e intentando ignorar a nuestros padres adelante con sus arrumacos desagradables.
Vamos directo a la casa de los O'Brien, no por voluntad propia, al menos eso es en lo único que estamos de acuerdo Damián y yo; antes de montarnos al auto tuvo otra discusión con su madre porque esta no quería dejarlo ir por su cuenta.
—Chicos... ¿Por qué no hablan de algo? —inquiere mi padre mirándonos a ambos por el espejo retrovisor, mi expresión y la de Damián es la misma, disgusto.
—Hola Damián ¿Cómo estás? —miro hacia mi hermanastro con una falsa sonrisa y una voz chillona, él sonríe abiertamente y no sé si es una sonrisa verdadera o falsa, pero me encanta.
—Bien ¿Y tú? —me sigue la corriente.
— ¡Excelente! Hoy te presentaré a una amiga que quedó impresionada contigo... ¿Por qué crees que la invitación es tan repentina? —noto como mi padre está fulminándome con la mirada, pero aprovecho que está concentrado en conducir para continuar con mi jueguito. ¿Por qué delato a Laura de esa forma? No lo sé, pero ella se lo buscó.
— ¿Enserio? —Damián luce sorprendido y se lleva una mano al pecho, una risita sale de mi por lo gracioso que se ve—. Vaya... ¿Y si me la recomiendas como futura esposa? —me mira de forma picarona.
—Pues... le gusta el sexo duro y es despistada, si te esposa en la cama debes tener cuidado con la llave —Grace voltea su rostro y en vez de mirarme a mí, fulmina a Damián con la mirada, este la ignora y se concentra solo en mí.
—Lo tendré en cuenta —sonríe maliciosamente—, creo que puede ser interesante...
—Ya entendimos su punto —gruñe Grace interrumpiendo enojada nuestra conversación—, no conversen si no quieren.
—Gracias —repetimos Damián y yo al mismo tiempo, al escucharnos nos miramos, al mirarnos nos echamos a reír a carcajadas.
No puedo negar que el mal genio desapareció, me siento más relajada, el sonido de la risa de Damián es contagiosa. Miro por mi ventana con una sonrisa en el rostro hasta que mi padre abre su boca.
—También me sorprendí por la invitación repentina de los O'Brien, pero ahora que sé que fue por obra de Laura todo cobra más sentido —se ríe y siento que las cagué al mencionar ese aspecto—. Ella es una buena chica...
— ¿Sí? —pregunta Grace con demasiada alegría.
—Sí, sí está interesada en Damián sería una ganga.
Grace voltea a vernos nuevamente y su expresión es extraña, la miro por unos segundos intentando descifrarla ¿Es que no le importa lo que dice mi padre? Miro a Damián y noto como se retuerce las manos y aprieta su mandíbula.
—Sé buen chico —le ordena Grace ¡¿Qué?!
Damián solo asiente. ¡Mi padre se consiguió alguien igual de interesado que él!
No tardamos en llegar porque los O'Brien viven en la misma zona, pero un poco alejados de las demás mansiones ya que los padres de Laura son como ella, despilfarradores, les gusta lo lujoso y lo excéntrico, todo lo que los hace destacar. Lo irónico es que, si hablamos de cuentas bancarias, la de mi padre tiene más números, pero la mansión en la que vivíamos la había elegido mi madre, ella quería algo lujoso, pero sin excederse, una gran casa fue parte de su sueño, una gran casa fue lo que obtuvo.
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Las reglas del deseo | 1.0
Novela JuvenilDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...