16. Es como todos los demás.

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—Ya entiendo a Laura.

Todos estamos en la orilla de la piscina con una copa de vino blanco en las manos, hemos jugado varias horas en la piscina y nuestros cuerpos ya se han convertido en uvas pasas. Decidimos descansar y disfrutar de la puesta de sol; la cual embellece el cielo e hipnotiza con su maravilla.

En todas esas horas de juego solo hemos parado para almorzar, y nuestros temas de conversación son sobre chismorreos de la universidad, lo cual agradezco, porque me ayuda a no pensar tanto en Damián, «tanto».

— ¿En qué? —pregunta Laura con los ojos cerrados, está disfrutando de la sensación de sus pies moviéndose lentamente en el agua.

—Damián —todavía estoy un poco inestable por nuestro encuentro y lo intento ocultar lo mejor que puedo, pero cuando escucho su nombre pronunciado por la boca de Camila, mis defensas amenazan con desmoronarse.

—No entiendo que les sucede, hay hombres mucho más guapos que él —interrumpo con altanería mientras sorbo lo último que queda de mi vino. Necesito cortar el tema con urgencia.

—Los hay —responde Laura un poco fastidiada por mi interrupción, pues que se aguante, es mi casa y puedo decir lo que me dé la gana—, pero es distinto, su atractivo no es solo su físico, el cual todos los aquí presentes saben que está muy bien trabajado; Damián tiene una actitud distinta, su forma de mirar, sonreír y hablar hacen que la fascinación aumente, es como si hubiera algo más dentro de él que nadie conoce, algo que oculta muy bien bajo una máscara de perfección y buen comportamiento, pero créanme, es un chico muy malo —suspira con deseo.

—Es como todos los demás —me levanto del borde de la piscina. Me dirijo a una de las mesitas para servirme más vino y relajarme un poco—, se acuesta con las chicas para luego botarlas y hablar de sus conquistas —hago una mueca de desagrado—, sino que Damián no conoce a nadie aquí, no ha encontrado el círculo social donde aumentar su ego de mierda.

—No, él no, esa es otra cosa que atrae, Damián es alguien solitario, parece que no necesitara de nadie —estoy pensando que Laura tiene una obsesión grave por Damián, y temo que su corazón esté involucrado, Damián sin duda lo destrozaría.

—Me sorprende que tú más que nadie diga eso. Todos los que estamos aquí presentes escuchamos lo que te dijo en el chat —sé que es una mala jugada, pero deseo que pare el tema de mi hermanastro, además, no se me olvida su comportamiento borde de anoche.

—Si pasaras una noche con él lo entenderías, te hace sentir especial, es apasionado.

—Y luego —chasqueo los dedos—, pasa la noche y desaparece el encanto —tengo una lucha de miradas con Laura que todos los presentes notan—, estoy cansándome de ti y el tema de Damián —le suelto sin más.

Las tres C se miran unas a otras con sorpresas.

—No entiendo porque te molestas, por lo que veo se llevan muuyy bien —su sarcasmo me desquicia.

—Las apariencias engañan, alguien como tú debería saberlo —digo asqueada—, además ¿Enserio crees que lo conoces porque se metió entre tus piernas una noche? Por favor... ¡Yo vivo con él!

—Bueno chicas, creo que es hora de marcharnos —Alex se levanta intentando calmar el ambiente, se acerca a mí y me da un dulce abrazo que hace que mi expresión cambie, le devuelvo el abrazo gustosa—. Gracias por todo nena, como siempre... me divertí como nunca.

Asiento y uno por uno empieza a agradecerme la estadía, hasta Laura, pero sé que lo hace por aparentar.

Omitiendo ciertos momentos, me divertí; me gusta pasar tiempo con personas que me hagan olvidar que mi vida es una mierda, sin embargo, cuando estas se van es lo peor; la soledad vuelve a apoderarse de mí y mi mente empieza a atormentarme.

Las reglas del deseo | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora