Sus besos me distraen, erizan cada milímetro de mi piel. Estoy en un lugar donde no soy consciente de mi misma, solo me concentro en sentir, en besar, en disfrutar, él se toma su tiempo para todo y me trata con infinita ternura. Su mirada es ardiente, pero sus besos son delicados.
Estamos los dos, desnudos, disfrutándonos, estoy expectante, nerviosa, esperando que él haga el movimiento necesario para entrar en mi interior, sé que lo necesita tanto como yo, sin embargo, se preocupa de que esté lo suficientemente excitada para que solo sienta placer. Siempre pregunta, siempre escucha, es un caballero que me tiene embelesada con cada centímetro de su ser. Damián se coloca el condón con rapidez antes de besar mi cuello y dejar un reguero de besos hasta mis pechos. Se incorpora y noto su preocupación en la mirada, asiento haciéndole ver que todo está bien, que puede seguir.
Con lentitud se acomoda, mis piernas quedan elevadas apretando sus caderas y cuando empuja siento que todo mi cuerpo arde, es lento, doloroso, para nada placentero. Sus labios vuelven a los míos y me pierdo en ellos, saboreándolos y disfrutándolos, mis manos acarician su rostro, sus hombros, sus brazos, todo de él, notar como se esfuerza por contenerse me conmueve. Ambos gemimos en la boca del otro cuando entra por completo.
— ¿Estás bien? —pregunta con la voz ahogada. Asiento y sus manos atienden todas las partes adoloridas de mi cuerpo, sus dedos juguetean con mis pezones duros al mismo tiempo que se retira un poco solo para volver a entrar.
La sensación me deja sin habla, quiero más, quiero seguir sintiéndolo de esa forma, seguir viéndolo en ese estado. Volvemos a unir nuestros labios y ambos terminamos dejándonos llevar por el placer, le pido que se mueva como debe hacerlo, no quiero más ternura y preocupación, solo quiero vivirlo.
Sus movimientos son lentos, pero lo suficientemente fuertes para sentir que mi cuerpo se parte en dos, me concentro en él y solo en él, en cada facción de su rostro y empiezo a disfrutar absolutamente cada momento, los rastros del dolor se desvanecen un poco para dejarme disfrutar de la fricción que genera su miembro en mi interior.
Se mueve de una forma que me enloquece, la manera en que todos sus músculos se tensan en cada estocada, nuestros gemidos y respiraciones agitadas se entremezclan, agarro su nuca de vez en cuando y lo acerco a mis labios, quiero sentirlo y disfrutarlo entero.
Damián no se tiene que convertir en mi perdición.
Para mi pesar siento que ya la es.
Y, así pasamos nuestra primera vez, fue dolorosa, incomoda, especial. Creo que jamás me arrepentiré de lo que pasó entre nosotros, porque desde ese momento Damián Prescott se apoderó de mi cuerpo, pero también de mi alma. Pensé que después de terminar se marcharía y me ignoraría, tenía demasiada inseguridad, sobre todo, sin embargo, como siempre, ese chico me sorprendió quedándose a mi lado toda la noche, abrazándome y quitándome el oxígeno.
Cuando abrí mis ojos la mañana siguiente lo primero que vi fue su rostro sonriente, ya estaba bañado, vestido, con el cabello húmedo, las mejillas sonrojadas y una bandeja de desayuno que por cierto estuvo delicioso.
Los días pasaron y solo pude desear que mi padre jamás regresara, pues estaba disfrutando de Damián a cada minuto. Risas, besos furtivos, discusiones tontas, miradas especiales. No nos conteníamos, era tan difícil actuar como dos extraños que se odian, hasta Carol notó nuestro cambio de humor, a veces se nos quedaba observando más de lo normal.
Todas las noches para mi sorpresa Damián se escabullía en mi habitación y me preguntaba si podía dormir conmigo, al principio dudaba, sentía que las cosas se nos estaban saliendo de control, pero no podía negarme, no a él. Así que todas las noches terminaba rodeada por sus brazos, a veces desnuda, y otras con mis pijamas favoritas.
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Las reglas del deseo | 1.0
Fiksi RemajaDel odio al amor hay una delgada línea, y a veces entre más intenso es el odio, más inolvidable se vuelve el amor. Amanda Kane siempre ha sido la chica perfecta a los ojos de todos, ha organizado y planeado cada aspecto de su vida, sin embargo, todo...