42. ¿Y qué pasa con el conflicto de intereses?

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¡Joderrrrrrrrrrrrrr!

Estoy anonadada, la mandíbula se me ha caído y no puedo asimilar lo que está pasando. Damián Prescott Moore está en mi clase de literatura y al parecer va a impartir las primeras sesiones. ¡Y yo no estaba enterada! Él me mira y la sonrisa que tiene empieza a temblar, algo en su semblante me hace creer que no sabía que estaría aquí, tampoco tendría por qué, jamás le mencioné las clases que iba a dar y él nunca me dijo que enseñaría en mi universidad.

Esto no es para nada bueno, todos en este salón, en esta universidad... ¡En este universo! Saben que él es mi hermanastro, hace poco éramos portada de revista. ¡¿Pero que carajo le está pasando a mi vida?! Sus ojos desconectan de los míos mientras empieza a presentarse como si nada, siento que las miradas de todos van de mi hacía él, hasta las de Natalie.

Me concentro en ella y en como lo observa cuando habla, parece embobada como todas las mujeres del salón, pendiente de cada detalle, palabra y expresión. Mi cabeza empieza a doler y el aire me falta. ¡Dios mío! Esto parece una mala telenovela mexicana, Carol solía ver muchas de esas en mis horas de almuerzo.

Si, sabía que esta clase iba a ser difícil, pero la presencia de Damián lo complica todo mil veces más, es como si todo el orden que tengo en mi vida empezara a tambalear y desmoronarse, ahora tendré que buscar explicaciones, tendré que dirigirme a él como si no estuviera acostándome con él. No, no, no, además, la forma en que Natalia lo mira, la forma en que Laura suspira, y la forma en que las tres C babean... ¡Me van a enloquecer!

Mírame, necesito que me mires, que notes mi existencia y las ganas que tengo de acabar con la tuya.

Me está ignorando deliberadamente, se mueve de un lado a otro en el aula y todos a nuestro alrededor están callados prestando atención al melodrama, aunque ni siquiera se acercan a la verdad de todo.

—Amanda... tú sabias...? —me susurra Alex, lo miro, está preocupado, atento de cualquiera de mis movimientos, trago grueso y empiezo a temblar.

—No... definitivamente no —no tengo control de nada, no sé que responder, como actuar, que decir. Empiezo a escuchar los comentarios de las personas a nuestro alrededor.

"¿Es el hermano de Amanda Kane? ¡Está buenísimo!" "Los profesores de esta clase parecen salidos de película, son como la pareja perfecta" "Otra clase que ganará Kane, y esta vez con honores" "¿Esa familia controla esta universidad? Ahora ya hasta trabajan aquí"

—Amanda, debes calmarte —Alex intenta captar mi atención—, no los escuches.

Mi respiración me está delatando, tanto que hasta Laura ha volteado a verme preocupada, no puedo fingir, no puedo mentir. Agarro uno de mis lápices e intento concentrarme en tomar apuntes.

—Estás muy pálida Amanda... ¿Te encuentras bien? —pregunta Laura.

—Damián y yo nos conocemos hace años —dice Natalie cuando Damián termina de presentarse—, estudiamos y vivimos muchas experiencias juntos que nos enamoraron de la literatura.

— ¿Qué tipo de experiencias profesora? —pregunta alguien y todos empiezan a reír, todos menos yo.

—Por él me enamoré del amor —la miro, lo miro, mi cabeza va de un lado al otro—, el amor y el desamor son una fuente de inspiración inagotable. Quiero que en nuestras primeras semanas de clase nos centremos en esas emociones. También les informo que he hablado con el director, este bloque de clase es demasiado y no queremos que se abrumen de un tema tan encantador, así que dividiremos la clase en dos días.

No, no, no. Ahora se meten con mi horario.

— ¿Tomo en cuenta nuestros distintos horarios? —mi voz resuena con dureza por el salón—, aquí hay gente de todas las carreras.

Las reglas del deseo | 1.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora