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1 hora. Ese era el tiempo que había transcurrido desde que ambos jóvenes se sentaron en aquellos incómodos sillones del autobús en un completo y sepulcral silencio. 

Aún faltaban tres horas para llegar a su destino y definitivamente SeungKwan no sería capaz de aguantar sin pronunciar una sola palabra. Había gastado más de la mitad de la batería de su teléfono y, teniendo en cuenta la situación, terminaría sin nada que hacer una vez esta llegase a cero. Por esta razón decidió tratar de hablar con Hansol, no porque quisiera sino porque no tenía otra opción. Además, podría incluso conseguir información sobre Chan y quién sabe si sobre los Wolsig.

—Oye Hansol.-el pelinegro alzó la mirada y la dirigió hacia él causando cierto nerviosismo surgir en su interior.—¿Hace cuánto conoces a Chan?

El menor permaneció algunos instantes en silencio mientras divagaba en sus pensamientos. Siquiera él podía recordarlo con precisión. 

—Creo que hace tres años.-respondió finalmente tras pensar durante algunos minutos. 

—¿Y cómo os conocisteis?-cruzó una de sus piernas y enfocó su completa atención en el contrario. 

De nuevo el pelinegro mantuvo su silencio, aunque esta vez fue aún más largo e incómodo. 

No podía decirle a SeungKwan como se conocieron realmente porque eso sería desvelar su identidad y la de su amigo como miembros de Wolsig así que tenía que pensar rápido alguna historia para desviar la atención.

—Pues me lo encontré en una competición de talentos y nos hicimos amigos.-mintió para luego arrepentirse. ¿Acaso eso tenía sentido? 

—Ah, ya veo. Es una forma poco común de conocer a alguien.-sonrió. Aquello sonaba totalmente a mentira así que se encargaría más tarde de acorralar a Chan con la misma pregunta. Si este no respondía lo mismo entonces significaría que hay alguna razón por la que no pueden contar la verdadera historia y, era casi seguro que la razón estuviera relacionada con la mafia Wolsig. Por lo cual le dejaba la posibilidad de que Hansol también perteneciera a esta.—Oye, ya por curiosidad ¿qué talento mostraste en esa competición? 

—Rapeé.-improvisó. Si era cierto que el pelinegro poseía una gran habilidad para cantar y rapear así que si el mayor le pedía una demostración sería capaz de corroborarlo. Era la mentira perfecta, o al menos eso pensó. 

—¡Oh! ¿Sabes rapear? Eso es bastante admirable. Yo alguna vez lo intenté pero definitivamente no es lo mío, se me da mejor cantar.-emitió una dulce carcajada. 

Hansol respiró tranquilo durante algunos minutos. Parecía haber saciado la sed de preguntas del pelirrojo pero lo que él no sabía es que aquello no había terminado sino al contrario, acababa de empezar. 

—¡SeungKwan!-un joven asomó su cabeza sobre el asiento frente a él.—¿Por qué no cantas algo?

Tras escuchar esas palabras el resto de chicos abordo del vehículo comenzaron a animar al pelirrojo a hacerlo y este tuvo la grandiosa idea de probar la veracidad de las palabras de Hansol.

—Está bien, pero solo si Hansol lo hace conmigo. 

[...]

JiHoon despidió a WonWoo un par de horas después de su llegada. Pese a ser sábado el mayor había irrumpido en su apartamento a muy tempranas horas con la excusa de que tenían mucho trabajo por hacer y no podían permitirse el lujo de perder tiempo. 

De nuevo algo, o más bien alguien, había llegado a Seúl y sin duda era aún más valioso que cualquier piedra preciosa. Se trataba de Lee SeokMin, un joven apuesto y amable, heredero de una de las compañías más poderosas en lo que respectaba a capital de Corea del Sur. 

Love Killa [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora