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Su pesada respiración cortaba el silencio sepulcral de la noche. Un hilillo de sangre recorría con lentitud su sien, la cual era ludida por el metálico cañón de una Sig. Sauer de 9 milímetros, y sentía un vehemente pánico crecer en el fondo de su estómago.

En su mente se repetía cual deja vú el instante en el que, aquella persona de blanca tez, delgado y pequeño cuerpo—aunque descomunal fuerza—y rostro cubierto por una máscara Kitsune* lo sorprendió con un golpe en la cabeza al terminar el instituto, llevándolo a un lugar que desconocía, lejos de alguien a quien pedir ayuda. 

Su vida pendía de un hilo. Con tan solo rozar el gatillo de la pistola aquel desconocido dispararía una bala de metal que atravesaría su cabeza, dejándole destrozado sobre el frío pavimento de aquel remoto lugar.

Pero después de todo, era de esperar, y aún con la infinidad de advertencias que recibió por parte del resto nunca cubrió sus espaldas. ¿Quién sospecharía que un joven de diecisiete años formaba parte de una de las mafias más prominentes de Corea? Iluso de él, que ahora se encontraba con el cañón de una pistola rozando su sien y apunto de ser fríamente asesinado por un mafioso.

No estaba seguro de si saldría vivo de allí, pero lo que sí conocía con certeza era que la persona sobre él era, sin duda alguna, el líder de la mafia Byeol y que iba tras el diamante que hacía escasos días habían conseguido robar del Museo Nacional. Un diamante de diecisiete mil quilates valorado en más de 300.000.000 de dólares.

Unos sonoros pasos resonaron entre los perdidos callejones de Seúl y, en cuestión de instantes, la esbelta e imponente figura de un joven apareció frente a ellos.

—¡Dino!-exclamó deteniéndose a escasos metros. Su acelerada respiración chocaba contra el plástico de la máscara que cubría su rostro aunque esta, a diferencia de la del contrario, no representaba ningún animal sino que era un antifaz de tonalidades rojas.—¿Cómo has descubierto su identidad?

El contrario río sarcástico.

—Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla, S.coups. Tal vez tu pequeño polluelo debería andar con cuidado la próxima vez.-acarició la sien del menor con el cañón de la pistola antes de dirigirse de nuevo al joven de rojo.—Un hombre vale por lo que valen sus palabras, ¿has traído el diamante?

El contrario metió con lentitud la mano en uno de los bolsillos de su chaqueta pero, a diferencia de ser un diamante lo que portarían, alzó una pistola hacia el joven enmascarado. Tras él aparecieron tres chicos que, al igual que el pelinegro, cubrían sus rostros con antifaces de distintos colores, apuntándole con pistolas del mismo calibre.

Una sonrisa triunfante se dibujó en su rostro.

—Suelta a Dino o te reviento los sesos, Woozi.-amenazó, aunque lo único que provocó en el contrario fue una sonora carcajada que retumbó en cada uno de los rincones del callejón.

—Para ser el líder de una mafia eres un poco...cómo decirlo, ¿idiota?-burló y, en cuestión de instantes una infinidad de puntos rojos se posaron sobre cada uno de los chicos.—¿De verdad crees que vendría solo? Dame el diamante si quieres que tus chicos y tú salgáis vivos de esta. O mejor dicho, dámelo antes de que se agote mi paciencia y os vuele los sesos, quién sabe si tan solo por diversión.

—¡No lo hagas S.coups! ¡Marchaos de aquí!-vociferó Dino tratando de zafarse del agarre del mayor.

—Eso es, marchaos de aquí.-burló y, tras chaquear los dedos, el sonido de los rifles cargándose resonó a lo largo del callejón.—Pero al infierno.

—Está bien.-desistió el pelinegro, lanzando con rabia la pistola contra el suelo y sacando el diamante. Los jóvenes tras él lo contemplaron estupefactos y aunque trataron de intervenir el líder los ignoró. Avanzó pesadamente hasta el menor y extendió la joya con un notorio desgane.

—Espero que no sea una réplica S.coups, sabes que no te servirá de nada darme uno falso.

El pelinegro rió y repitió aquellas palabras que el contrario había dicho escasos minutos antes.

—"Un hombre vale por lo que valen sus palabras." Dije que llevaría el verdadero, si no me crees ¿no sería un poco hipócrita por tu parte? Suelta a Dino.-el peliblanco agarró el diamante y sonrió bajo la máscara. Deslizó el cañón lentamente por el rostro del pequeño antes de apartar la pistola del castaño y lo empujó contra el suelo.—Todo tuyo.-dijo antes de voltear y desaparecer tras la oscuridad de la noche junto a tres destellos rojos que se desvanecían creando un camino de luz.

—Recuperaré ese diamante. Cueste lo que cueste.

*Kitsune: Significa "zorro" en japonés y es un animal que se asocia con espíritus que protegen los bosques. Puede convertirse en la figura de una joven mujer.

 Puede convertirse en la figura de una joven mujer

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Love Killa [SEVENTEEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora