Capitulo 3

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— ¿Solo vas a ver?— pregunte viéndolo con una ceja alzada.

—Si—respondió rápidamente con una sonrisa.

—eso no— me acerque a él lo tome del brazo y lo pare del sillón— ¿practicas algún deporte?

—sí, algo así.

— Con eso basta hoy vas a entrenar conmigo— dije para poner los guantes en una mesa.

—Pero no tengo ropa adecuada— invento una excusa.

—ve y cámbiate, te espero.

—pe-pero.

—nada de peros tu querías venir pues ahora te toca aceptar las consecuencias.

—Ya vengo— dijo mientras salía del cuarto a paso lento.

Durante los quince minutos que tardo en ir y volver yo llene dos tarros con agua y los puse encima de la mesa al lado de mis guantes, me organice bien mis vendas y abrí el cierre de mi chaqueta.

—Estoy listo— dijo apenas llego a la puerta del cuarto, lo mire durante unos segundos y sonreí, llevaba un buzo negro, unos pantalones negros y debajo de ellos una licra negra, note como me sonroje un poco al notar que si tiene buen cuerpo, sacudí mi cabeza ligeramente quitando esa idea de mi mente.

—Excelente iniciemos— dije saliendo del cuarto guiándolo fuera de la casa.

— ¿Por qué?— pregunto siguiéndome.

—Tenemos que calentar primero— dije estirándome— tú también deberías estirar— le recordé he inmediatamente empezó a estirar conmigo.

—Oye— dijo después de unos segundos a lo cual lo mire— yo sé tu nombre pero tú no el mío.

—Cierto pero deberíamos presentarnos los dos como personas normales que se acaban de conocer— pensé en voz alta, y mire esos profundos ojos negros.

—en ese caso...hola me llamo Marcos Wolf— me extendió la mano con una sonrisa, yo lo mire unos instantes y sonreí dándole la mano.

—Mucho gusto soy Valery Brown—al decir eso vi como Marcos se sonrojaba un poco— ya que nos conocemos podemos iniciar con calentar todo el cuerpo.

— ¿Vamos a correr?— pregunto Marcos con una ceja alzada.

—exactamente, que inteligente.

— ¿durante cuánto tiempo?

—cinco minutos serán suficiente— al decir eso me prepare bien y empecé a correr a los segundos sentí como Marcos estaba al lado mío siguiéndome el ritmo.

Cuando terminamos los cinco minutos que se sin darnos cuanta convirtieron en diez ya habíamos recorrido todo el barrio.

—terminamos— dije al llegar nuevamente a la puerta de mi casa, me dirigí a el cuarto nuevamente con Marcos detrás de mí —los ejercicios básicos son sobre golpes que ya conocemos— Marcos hizo una cara extraña al escucharme decir eso— y por tu cara deduzco que no sabes ninguno, pero podemos hacer uno sencillo— saque unas manoplas y unos guantes viejos de color negro, también unas cintas viejas y se la pase.

—No es como ponérmelas— dijo un poco apenado.

—lo sé, pero si no las tienes te puedes lastimar— seguido me acerque a él para empezar a ponerle las cintas y después los guantes, para luego ponerme yo las manoplas.

Después de una hora de estar enseñándole a Marcos se dejó caer en el suelo lleno de sudor.

— ¿Cómo es que no estas cansada?

—Entreno desde pequeña— me encogí de hombros y le pase lo que quedaba de la botella de agua, Marcos la tomo desesperado.

Tome la botella vacía y la deje al lado de otra botella, en eso se escuchó un celular, me gire un poco para verlo y noto como Marcos contesta su celular todavía tirado en el suelo, me quiete la chaqueta y me la amarre en la cintura y mientras el hablaba me quiete las vendas y arregle mi cabello peinándolo con mis dedos haciendo una desaliñada coleta.

—Me tengo que ir— dijo al colgar la llamada.

—claro, no hay problema— le sonríe acercándome a un cansado Marcos tirado en el suelo— solo espera un segundo— le dije mientras me arrodillaba para poder quitarle las vendas de las manos mientras Marcos me veía con una sonrisa, al acabar de quitarle las vendas alce la mirada para verlo a la cara, observe su cara colorada por el esfuerzo del ejercicio, lo más probable es que yo también la tuviera así, pero jamás me vería tan bien como él.

—Valery— dijo mi madre desde el otro lado de la puerta asiéndome reaccionar alejándome de Marcos.

— ¿Sí?— pregunte al pararme para abrirle la puerta a mi mamá.

—Alexander quiere hablar contigo— me entrego el teléfono, pero yo se lo devolví al instante como si este quemara.

—Dile que no he acabado de entrenar— susurre lo más bajo posible— está enojado conmigo— añadí al ver la cara de mi mamá.

—hola, Alex ella no ha terminado cuando acabe le digo que te llame— hablo mi mamá por el teléfono y al colgar me miro como si hubiera matado a mi hermanastro— no puedes ignorarlo solo porque está enojado contigo.

—Pero mamá, él está muy enojado—dije haciendo una mueca.

—no puede ser muy grabe es tu hermano va a entender—dijo ella sonriendo.

—Hermanastro— corregí y ella rodo los ojos.

—lo que sea, ¿ahora que le hiciste? —Pregunto cruzándose de brazos.

—¿recuerdas que él tenía de novia a una chica mayor que él?— mi mamá asintió con la cabeza— bueno, la chica no era dos años mayor que él como todos pensaban, no tenía 18, resulta que tiene 36, se ve muy joven— mi mamá me miro como si tuviera otro ojo—¿Qué tratamiento tendrá?, se lo debí preguntar cuando conocí a su hijo, pero él se asustó de que yo creyera que su mamá tenía un novio de 16 años— empecé a susurrar hablando conmigo misma.

—VALEY— alzo la voz mi mamá.

—Sí, perdón— di un pequeño salto— él me odia, dijo algo como, "no puedo creer que ella tenga 36 y justamente tienes que ser tú la que me lo diga, seguro estas disfrutando esto"— dije tratando de imitar su voz.

—Dios que voy a hacer con esta hija— dijo mi mamá mientras desaparecía por el pasillo.

—Así que...— escuche la voz de Marcos detrás de mí— tienes hermanos.

—Hermanastros— corregí sin voltear a mirarlo.

— lo que sea, pero él tiene 16 según tu mini historia y tú también tienes 16, debieron nacer el mismo año...

—o mira la hora que tarde se hace es mejor que vayas a tu casa como te lo pidió tu mamá por el teléfono— lo empuje fuera de la habitación llevándolo hasta la sala.

— ¿Cómo sabes que llamo mi mamá?—pregunto parando en seco justo antes de llegar a la puerta principal haciendo que chocara con su espalda.

—no lo sabía, pero ahora si se, así que no la hagas esperar y ve con ella y arregla ese computador— abrí la puerta señalando el exterior.

— ¿Cómo sabes...?

—una vez más, no sé, solo se me vino a la mente— me encogí de hombros.

—Eres tan rara—dijo saliendo de la casa.

—lo sé, besos y abrazos que el computador este bien mañana y tu mamá pueda ver la serie que le recomendé— bese la palma de mi mano y la puse en su mejilla para empujarlo y cerré la puerta en su cara.

La ventana de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora