Capitulo 15

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Después de salir del cine volvimos a la casa de mi padre para hacer la comida y luego llevarme a mi casa ya que mañana era lunes y tenía escuela.

Me despedí de todos con la mano para luego darme la vuelta y caminar hacia mi casa, como siempre por el frente de un pequeño café, mire por la ventana de este sorprendiéndome al ver como Mike salía de allí y caminaba en mi dirección.

—Antonia, quien diría que te vería fuera del colegio—dijo.

—Roberto— dije sin ánimos— no es nada grata tu presencia.

—créelo el sentimiento es mutuo— empezó a caminar conmigo— ¿A dónde vas?

— ¿para qué quieres saber eso?

—Vamos en la misma dirección— dijo señalando lo obvio.

—A mi casa—respondí mirando todo menos a él.

—curioso, yo también— puso sus manos en la espalda sonriendo de lado.

— ¿Dónde vives?— pregunte con intriga, el abrió su boca para responder pero antes de que el dijera alguna cosa sonó su celular haciendo que se alejara de mí para contestar.

—Cambio de planes no voy para mi casa—dijo al acercarse a mi nuevamente para girar a la derecha mientras yo iba a la izquierda— hasta luego Antonia.

—Adiós— dije antes de perderlo de vista.

Al llegar a mi casa acomode mi pequeña maleta con ropa en su lugar para luego sacar mi ropa y dejarla en el cesto de la ropa sucia, luego baje las escaleras cogí un delantal, me amarre el cabello en un moño y empecé a hacer la cena ya que mi mama llegaba de trabajar en una hora.

—Cariño— escuche la voz de mi mamá y me asome por la puerta de la cocina sin dejar de mover los ingredientes de la sartén.

—Ya está la cena lista— dije mientras ponía la comida en las platos para después pasarle un plato a ella.

— ¿Cómo te fue con tu padre?— pregunto mi mamá cuando nos sentamos a comer.

—bien, mejor que las veces anteriores, cada vez mejor.

—me alegra, antes no se podían ni ver.

—eso fue culpa de el— me defendí antes de llenarme la boca de comida.

—Tú tampoco se lo pusiste fácil—me miro seria unos segundos para después sonreír.

—Nada que se quiere se gana fácil— dije mirándola.

—Mi pequeña es tan fuerte— dijo mi mamá mientras fingía que se le salían lágrimas de sus azules ojos.

—Algo tenía que sacar de ti—me encogí de hombros.

—No pudiste heredar algo mejor, la fuerza siempre nos ha ayudado a enfrentar los problemas— dijo con una sonrisa orgullosa.

Al día siguiente me levante temprano, me puse mi uniforme para luego irme a la parada del bus, saque mis apuntes de mi bolso para poder estudiar un poco más antes del examen.

—Estudiando en la parada del autobús— me asusto una voz a mi lado— ¿no es muy responsable no crees?— levante un poco la vista para encontrarme con esos hermoso ojos negros con una sonrisa acompañándolos.

—si estudie pero no me va matar repasar— volví mi vista a los apuntes.

—eso no va funcionar lo que no estudiaste ya no lo vas a aprender y si lo logras recordar no te va a servir de nada— cerré el cuaderno sabiendo que tenía razón y que el hecho de que el este a mi lado hablándome no me iba ayudar.

La ventana de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora