Capitulo 10

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— ¿Valery?—escuche la voz de Karen al otro lado de la línea.

—Sí, soy yo— dije despacio— lamento no poder contestar el teléfono en la tarde.

—No hay problema querida— dijo con nerviosismo— ¿tu padre está con tu madre?— lo sabía, solo llama por eso, no confía, la entiendo, pero yo no sería capaz de vivir preocupada por mi esposo cada segundo del día.

—lo siento, no lo he visto en todo el día pero, si lo llego a ver la llamare enseguida.

—estoy preocupada— dijo y puedo jurar que se está mordiendo sus largas uñas pintadas como siempre hace cuando está nerviosa, suspire un poco.

—Él no está con mi mamá, lo más probable es que este comprándole algo por su aniversario— dije tratando de calmarla un poco.

— ¿Cómo sabes que...?— no termino de preguntar porque la interrumpí.

—su aniversario siempre es dos semanas después de mi cumpleaños.

—sí, se me olvidaba— sonó algo molesta por lo que saque la primera escusa que se me vino a la mente.

—lo siento, tengo que colgar tengo que alimentar a mi gato, si veo a mi padre te llamare— dije y antes de que ella hablara colgué.

— ¿No sabía que tenías gato?— dijo Marcos desde su habitación asustándome un poco, me gire y lo mire recostado en el marco de su ventana por lo que me acerque a la mía y me senté en un banquito cerca de ella, puse mis manos en el marco de la ventana y mire esos hermosos ojos negros.

—tenia, era demasiado viejo y murió el mes pasado.

—así que vas a alimentar a tu gato muerto.

—Ella no sabe que murió— me encogí de hombros y sonreí.

— Marcos— escuche la voz de Amelia y ella sonrió a verme— estás hablando con la vecina bonita— se acercó a la ventana de su hermano dando pequeños saltitos.

— ¿Quién te dijo que yo era la vecina bonita?— pregunte con curiosidad, había escuchado que me llamo así la primera vez que me vio, pero sigo sin saber él porque.

—Mi hermano dijo que eras muy bonita, y yo creo que lo eres— dijo sonriendo.

— ¿Cuál hermano?

—Marcos— dijo antes de que este la sacara de su habitación y cerrara la puerta dejándola afuera, el me miro algo avergonzado y yo lo vi con una ceja alzada.

—Las cosas que dicen los niños— dijo pasando una mano por su cabello con nerviosismo.

— Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad— dije con una sonrisa.

—una vez que se emborracho mi tío me dijo que era la mujer más hermosa de la sala— dijo riendo haciéndome reír también.

—en ese caso, eres la mujer más hermosa de estas dos ventanas.

—voy a tomar eso como un halago, gracias— dio una reverencia y yo reí.

Después de estar hablando durante unos minutos Marcos saco una cajita de su escritorio la miro y estiro su mano hacia a mí, estire un poco mi mano haciendo que nuestros dedos se rosaran y tome la cajita con curiosidad, la mire y luego a él, Marcos ya se había sentado al borde de la ventana mientras jugaba con sus dedos, volví mi vista a la cajita y la abrí encontrando dentro de ella un collar con dos pequeños guantes de boxeo plateados, alce un poco la vista tratando de coincidir con sus ojos pero él solo esquivo mi mirada, no entiendo por qué me lo da si apenas ayer comenzamos a hablar.

Tome el collar con cuidado y deje la cajita encima del marco de la ventana, mire el collar pero no dije nada, no sabía que decir nunca nadie fuera de mi familia me había regalado algo, así pasamos durante unos segundos hasta que yo rompí el silencio.

—gracias.

—te lo compre hace seis años— dijo después de unos segundos, lo mire tratando de coincidir con su mirada pero él seguía viendo sus dedos— mi hermana Eleonor me ayudo a comprártelo.

—Pero tiene unos guantes— dije viendo el collar, yo inicie a entrenar a los 11 años.

—una vez mi papá me llevo a una pelea de boxeo y tú estabas allí, estabas con un señor, la verdad nunca lo volví a ver después de eso.

—Mi padrastro— dije en voz alta por el inicie a entrenar— el murió ese año.

—Lo siento— dijo nervioso— no lo sabía.

—No te preocupes— le reste importancia.

—yo te quería dar algo para que fueras mi amiga— le volví a prestar atención y vi un pequeño sonrojo en su cara, sonreí un poco— pero nunca tuve el valor de dártelo, solo esperaba la ocasión perfecta, pero cuando iba a tocar la puerta de tu casa me devolvía, por lo que solo esperaba con la ventana abierta aunque tú nunca la abrías y yo la empecé a cerrar después de eso así que quiero dártelo ahora por mi yo del pasado que nunca pudo dártelo y esperando ser tu amigo— me miro y sonrió de una manera tan tierna que hizo que mi cara cogiera un tono rojizo.

—me encanta— dije en un murmuro.

—SI— grito pero cuando se dio cuenta de lo que hizo y tapo su boca con sus dos manos haciéndome reír, tome el collar y me lo puse con algo de dificultad y sonreí.

—Nunca dije que sería tu amiga solo que me encanta el collar— sonríe con algo de superioridad viendo como el bajaba un poco la mirada, luego la levanto me miró fijamente haciéndome sentir un poco nerviosa al ver su sonrisa.

—es lindo ¿verdad?— pregunto con una sonrisa.

—si lo es.

—vamos— dijo con un cantito— se mi amiga, prometo que seré el mejor amigo que jamás has tenido— sonreí un poco y baje mi mirada, luego la levante y espere unos segundos viendo como él se desesperaba, quise sonreír al ver como movía su pierna y sus manos pero me contuve y me mantuve en un semblante serio.

—Está bien— dije después de unos segundos con una sonrisa— seré tu amiga— recalque la palabra viendo con la sonrisa de Marcos se hacía cada vez más grande como si eso fuera posible.

—Bienvenida al grupo— dijo con suavidad.

La ventana de al ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora