Capítulo 47: Problemas
En tan solo unos segundos, veo mi vida pasar frente a mis ojos y me siento al borde del desmayo. Rápidamente me paralizo, como si me convirtiera en piedra.
Desearía que fuera una broma, pero no lo es; mi madre se encuentra tras el marco de la puerta de mi habitación, observándonos a mí y a Enzo con una expresión estupefacta.
Bien. En este preciso instante se termina toda mi vida.
Si hasta ahora Janet me ha tenido paciencia, estoy segura de que acabo de cruzar ese límite. Después de tanto tiempo, ahora sí me enviarán a Alaska.
Ni una palabra se escapa de mi boca, por lo que solo trago saliva, sin saber qué hacer a continuación.
Por un momento, mi madre solo se dedica a mirar de mí a Enzo y de Enzo a mí, como si no pudiera creer lo que está viendo. Sin duda alguna, la situación puede ser malinterpretada fácilmente, es decir... Enzo ni siquiera tiene una remera puesta.
Mierda.
—CANDY DOBBS, EXPLÍCAME YA MISMO QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO AQUÍ— Pronuncia de manera fuerte, casi gritando.
Esto no puede estar pasándome...
—Dejame explicarte...— Empiezo a decir, acercándome rápido hacia ella con una sonrisa nerviosa—. Es todo un malentendido.
—¿Malentendido?— Su enojo parece incrementar al oír esa palabra—. ¡Lo único que se puede entender es que hay un chico sin remera en tu habitación! ¡No existe tal malentendido!— Chilla.
—Señora...— Interviene Enzo, realizando un gesto para detener la furia de mi madre, como si eso fuera posible.
Enseguida realiza una mueca de dolor; supongo que no debe ser bonito escuchar a alguien gritar teniendo resaca.
—Cállense los dos —Exige Janet. Su rostro muestra una mezcla entre indignación, enojo y sorpresa; todo lo que indica una mala señal para mí. Una pésima señal—. Parece apropósito, Candy. ¡Siempre encuentras la manera de arruinarme el día! Quiero que salgan ambos ya mismo de esta habitación. Urgente.
Sin intenciones de replicar ante su exigencia, tanto Enzo como yo damos un paso hacia la puerta, dispuestos a obedecer para no empeorar las cosas, pero mi madre nos detiene el paso antes de que podamos continuar, colocándose frente a nosotros.
—¡Con la remera puesta!— Le pide a Enzo, quien ni siquiera se dio cuenta de que su torso sigue al descubierto.
Maldición.
Niego lentamente con la cabeza. ¿Acaso me persiguen las desgracias? Todo cada vez se torna peor para mí.
Y ni siquiera quiero pensar en lo que me espera ahora.
Sin dudarlo, Enzo se apresura en buscar su polo, el cual resulta estar tirado debajo de la cama. Una vez que lo encuentra, comienza a colocárselo. A diferencia de como me encuentro en este momento, él no tiene expresión alguna; no luce aterrado ni nada por el estilo, solo parece... Confundido. Como si no pudiera terminar de comprender qué rayos está sucediendo.
¿Realmente no recuerda nada? Creí que estaba bromeando.
Hago una mueca, volviendo la vista hacia mi progenitora.
¿Por qué rayos tenía que ser justo ella la persona que abrió la puerta? Es más, se supone que debería estar trabajando, ¿Qué hace aquí? Lamentablemente no lo sé, y no pienso preguntarle... Al menos no en este momento.
Ya con el estúpido polo puesto, mi madre nos hace una seña para que los dos la sigamos, por lo tanto, ambos comenzamos a caminar detrás de ella en silencio, a pasos pesados, como si estuviéramos yendo camino hacia la silla eléctrica o algo por el estilo.
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Endulzando a Candy ©
Teen Fiction❝Lo único que Candy tiene de dulce, es el nombre❞ Detrás de esa carita de ángel se encontraba una chica con un carácter de mierda, actitud rebelde y bastante amargada. Candy era el tipo de persona con la que Enzo no quería tener problemas, y Enzo e...