Capítulo 18 | El auto

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Capítulo 18: El auto

No voy a mentir; el resto del fin de semana junto a mi padre fue bastante tedioso, y por supuesto: muy incómodo. Él buscaba sacar diversos temas de conversación de forma constante, y yo solo intentaba escabullirme y dialogar lo menos posible. Para colmo, la habitación en la que me instalé me agobió bastante, no solo por el color y la decoración de las paredes —Y la falta de costumbre— sino también por el maldito sonido de guitarra colándose por la ventana.

Creí que las quejas y ofensas que había soltado el sábado con el objetivo de lograr que haya silencio habían funcionado, pero estuve muy equivocada, ya que el domingo el sonido volvió a aparecer, y esta vez, aquella persona que tocaba el instrumento ignoró todo tipo de quejas.

Ni siquiera he tenido la oportunidad de ver el rostro del culpable, o de tan solo escuchar su voz. Solamente era yo quejándome ante unas cortinas azules.

Quizás que desconozca la cara de la persona que toca aquella guitarra es mejor, puesto a que si supiera quién es, intentaría matarla en caso de cruzármela en algún lado.

Y no es broma.

Por otro lado, regresando al tema de la convivencia con mi padre, creo que nunca estuve tan feliz de regresar a mi hogar luego de eso.

Una vez que salgo de mi salón de clases, decido ir a conseguir algún refresco en la cafetería del instituto antes de dirigirme hacia el pequeño parque al que siempre voy.

Soy consciente de que el receso comenzó hace muchos minutos atrás, pero no pude evitar quedarme en el salón realizando ciertas tareas que no pude terminar.

Quién lo diría, yo haciendo tareas.

Nunca creí que me costaría tanto prestar atención. Sumado a que, comencé a tomar varios apuntes en lugar de garabatear por las hojas como usualmente hacía; es un gran avance si de verdad estoy dispuesta a aprobar los siguientes exámenes que se me presenten. 

Esta es solo la primera vez, pero si funciona, podré demostrarle a Janet que puedo lograr lo que me propongo sin ayuda.

Aunque, sin dudas, todo sea porque principalmente me deje en paz. Y nada de convivencias con las que no estoy nada de acuerdo.

De todos modos, gracias a esto la jornada escolar de hoy está volviéndose más complicada de lo que ya era antes, y para mi mala suerte aún queda una clase pendiente, lo que suma una razón más por la cual quiero apresurarme a ir hacia aquel lugar que frecuento; estar allí servirá para relajarme.

Una vez que obtengo mi refresco, comienzo a caminar hacia el exterior de la cafetería. Detesto este lugar y lo repleto de personas y ruido que está, por lo que me apresuro para salir, pero una voz me detiene antes de que pueda irme.

—Alto ahí, Dobbs.

Detengo mis pasos de forma instantánea tras oír la molesta voz del encargado de mi curso detrás de mí.

Doy la vuelta y regreso sobre mis pasos, con curiosidad. Estoy segura de que esta vez no conseguí enredarme en ningún conflicto, además la semana recién comienza.

De ahora en adelante también debo evitar meterme en cualquier tipo de problema en el ámbito escolar si quiero contentar a mi madre, pero estas cosas pueden llegar a estar fuera de mi alcance, puesto a que varias veces algunos alumnos me inculpan de realizar cosas que jamás hice, lo cual podría repetirse.

Espero que esta vez no sea el caso. Últimamente pareciera que mientras más intento algo, peor resulta. 

Y yo que deseaba que este año escolar fuera menos horrible que los demás...

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora