Capítulo 42 | La sesión de fotos

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Capítulo 42: La sesión de fotos

Enzo Kast está actuando raro.

Ese fue el primer pensamiento que se me cruzó por la cabeza al descubrir que él había eliminado mi falsa «Declaración» hacia Félix.

Al principio —Y pese a la reacción que tuvo al verme cerca de su amigo, que no hizo más que confirmarme lo sucedido—, decidí darle el beneficio de la duda y no inclinarme en seguida por aquella suposición. Sin embargo, en estos tres días que pasaron desde ese entonces, Enzo solo se encargó de afirmar mis sospechas:

Si en el instituto cruzamos miradas por accidente, él quita la suya en menos de un segundo; cuando yo estoy en su casa cuidando de Alessia, él desaparece durante todo el día, volviendo únicamente cuando ya no estoy allí; y siempre que amenazo con acercarme, él se aleja o se pone a hablar de forma entretenida con Claire, porque sabe que no me atreveré a interrumpirlos.

En pocas palabras: no me da la oportunidad de preguntar por qué carajos hizo lo que hizo; se las está arreglando a la perfección para evitar que lo interrogue.

Y eso solo está volviéndome loca.

La razón por la cual eliminó esos mensajes sigue siendo una incógnita para mí, y eso está comenzando a molestarme demasiado. Soy una persona muy curiosa, y no obtener respuestas instantáneas se siente como un maldito castigo.

Por ese motivo, estos días no pude evitar pensar una y otra vez sobre la extraña actitud de Enzo, intentando descifrarla. Mentiría en caso de negarlo, pero realmente estoy al borde de hartarme.

Lo peor de todo es que creo que ayer entregué mi examen de matemáticas con el nombre de «Enzo Kast» en la esquina, por culpa de, justamente, distraerme pensando en lo que hizo.

Espero que no haya sido así, porque no sabría como carajos explicarle al profesor que coloqué el nombre de un alumno de la otra división en lugar del mío.

Lo pensé mil veces, pero debo repetirlo: Este chico va a matarme de estrés algún día.

Desde que lo conozco no hizo más que complicarme la existencia, y justo cuando creí que todo podía llegar a ir mejor... Viene, me besa, y las cosas caen en picada todavía más que antes.

Lo detesto.

En serio necesito respuestas de su parte, y en cambio, tratando de comprender las cosas, solo recibo dolor de cabeza.

Agh.

Creo que, por mi bien, debería dejar de dale vueltas a este tema al menos por un instante...

Sin pensarlo dos veces, suelto un último gruñido y decido ponerme de pie de una vez por todas, convencida de que no tiene caso seguir quemándome el cerebro con algo que no puedo resolver.

En seguida me acerco a un árbol cercano y recuesto parte de mi cuerpo sobre él, para poder evitar al sol, ya que está demasiado fuerte.

Me encuentro en la esquina de una calle ubicada a varias cuadras de mi casa, esperando a Claire. Lejos de lo que me gustaría, ella planea llevarme a la sesión de fotos que le regalaron, y lamentablemente, no tengo la opción de negarme ya que hicimos un trato y le di mi palabra el día de la pijamada que tuvimos.

Me arrepiento mucho, no voy a mentir.

Incluso, al descubrir que la sesión sería hoy, tuve que avisar con anticipación que no iba a poder cuidar de Alessia, y por suerte el padre de Enzo no tuvo ningún problema con ello. Aún así, sentí la necesidad de cumplir con el rol de niñera ayer —Pese a que los miércoles no me toca hacerlo—, para compensar lo de hoy. Estos son mis últimos días cuidando de Alessia, por lo que no pienso simplemente darme el lujo de desaparecer.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora