Capítulo 2 | La bola de pelos

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Capítulo 2: La bola de pelos

—Corre para la izquierda, vamos —Susurro con nerviosismo. En el caso de que seamos atrapadas, el director no tendrá piedad conmigo, y mi madre menos; ella interará enviarme a estudiar a Alaska.

Y no me quejaría, pero allá hace frío y yo odio el frío.

Y el calor también.

Claire hace lo que le digo y rápidamente ambas terminamos escondidas detrás de un coche color azul, bastante lejos del auto del objetivo de cabello desordenado.

Debo analizar la situación: Básicamente acabo de dibujar un caramelo sobre el auto de Enzo Kast con la llave de mi casa.

Y él ingresó al estacionamiento antes de que pudiera salir de este, por lo cual ahora Claire y yo corremos el riesgo de ser encontradas aquí.

¿Por qué me odias, mundo?

—Siento como que acabo de ser cómplice de un asesinato o algo —Observo a la castaña a mi lado, que se encuentra más nerviosa que yo.

Viéndola, reafirmo lo pésima influencia que soy para ella.

—Solo piensa en el lado bueno, le di a ese idiota su merecido —Intento tranquilizarla sin éxito alguno.

—Pero si llega a descubrir que...

—¡NO! ¿QUÉ TE HICIERON? —Un grito nos distrae por completo de la conversación.

Asomo un poco mi cabeza por la parte trasera del auto en el que estoy escondida y veo en vivo la reacción de Enzo Kast.

En seguida una sonrisa se forma en mi rostro.

Arruiné su auto y él mi ropa. Supongo que fue una venganza bastante equivalente dentro de todo.

—¿Qué mierda es esto? ¿Quién lo hizo? —Se ve desesperado y mira a sus dos amigos en busca de respuestas.

—Creo que alguien te odia —Se ríe uno de ellos.

—No es gracioso, imbécil —Enzo se ve enfurecido, lo cual me pone feliz. Acto seguido, se agarra la cabeza con las manos, exasperado —. Mi padre va a matarme.

—¿Quién crees que pudo haber sido? —Pregunta el otro, con una actitud más seria. Ahora los tres observan mi arte buscando respuestas.

—¡No sé! Todos me aman en el instituto.

—Tidis mi imin in il instititi —Susurro con burla, y Claire, escondida a mi lado, hace una mueca.

—¿No le hiciste nada a nadie? —Vuelve a preguntar el mismo chico a su izquierda. Recuerdo haberlo visto en la escuela; es parte del grupo de Enzo y siempre está pegado a una guitarra, además de que los rulos en su cabello son bastante llamativos.

En el poco tiempo que estuve observando a Kast —Porque aclaro que fue poco— me di cuenta de que siempre está junto a sus dos amigos. Y cuando digo siempre, es siempre.

Ni yo estoy tanto tiempo con Claire. Aunque, pese a que es mi única amiga, supongo que eso se debe a que ella tiene amigos por todos lados, o quizás a que a veces yo quiero estar sola y me escabullo por cualquier lugar.

—No he hecho nada que yo recuerde —Responde el idiota luego de unos segundos. Esta arrodillado frente a la puerta dibujada del auto—. Además, ¿Qué podría hacer yo?

Su falsa bondad me empieza a colmar la paciencia. Pero lo más importante: ¿¡Acaba de decir que no!?

Quiero matarlo, pero por lo que oigo, su padre se encargará de eso.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora