Capítulo 30 | La ventana de al lado

2.4K 247 66
                                    

Capítulo 30: La ventana de al lado

El pequeño viaje hacia la casa de mi padre, inesperadamente, no se tornó incómodo o aburrido como creí que pasaría.

Cada vez que estuve a punto de sumirme en mis pensamientos para repasar todo lo sucedido durante el cumpleaños de Claire, preocuparme y sentirme abrumada nuevamente, Enzo se encargaba de entablar conmigo alguna conversación ridícula y de soltar estupideces que me distraían por completo.

Incluso se atrevió a hacer varios chistes que —En mi opinión— eran pésimos. Al principio no entendía por qué lo hacía, pero luego comencé a pensar que tal vez podría ser para distraerme y así evitar que vuelva a sentirme un poco mal, aunque puede que sean solo imaginaciones mías.

Por esta vez, y solo por esta vez, creo que su típica estúpida sonrisa no me molesta en absoluto.

No puedo creer que esté sintiéndome cómoda junto a él y que incluso me haya reído de algunas de sus idioteces, supongo que estoy más afectada de lo que pienso.

Más de una vez se me ocurrió preguntarle sobre Claire. Jamás hubiera imaginado que ellos dos podrían llegar a darse un beso, pero finalmente opté por no hacerlo. Es algo que no me incumbe y que preferiría preguntarle a Claire, por lo que lo haré luego.

Pensar en ellos dos juntos es curioso, y... un poco raro.

—Creo que ya estamos llegando, ¿No es así?— Pregunta Enzo llamando mi atención, con la mirada totalmente enfocada hacia adelante, tratando de conducir bien. Por suerte, su ojo golpeado no le causó problemas en ese sentido.

Me remuevo inquieta al sentir una punzada de culpa atravesándome. No puedo creer que esté sintiéndome culpable por algo que no pedí que hiciera por mí, pero me resulta inevitable.

En cuanto me doy cuenta de que estoy analizando su rostro por más tiempo de lo normal, decido regresar de forma rápida mi vista hacia la ventana para poder responder a su pregunta. Aún continúa siendo de noche, y de todas maneras ni siquiera recuerdo las calles cercanas a mi anterior hogar.

Puede haber sido mi casa durante mi infancia, pero casi todos los recuerdos que tuve aquí fueron eliminados.

Antes de que pueda responderle a Enzo de forma sincera, él se me adelanta:

—No pareces muy feliz de regresar a tu hogar, ¿Qué sucede? ¿Querías seguir de fiesta?— Pregunta, burlón.

—Ni loca— Respondo de forma automática, provocando que él suelte una corta risa ronca.

Ruedo los ojos y esbozo una pequeña y casi imperceptible sonrisa tras esa acción. Sí, no puedo fingir que la noche no fue horrible bajo ningún término.

—No es mi casa, por eso estoy así— Decido contestar con simpleza—. Es de mi padre, y no tengo muchas ganas de verlo, pero no me queda otra opción— Me encojo de hombros.

—Entiendo— Espiándolo de soslayo, confirmo que está observándome—. ¿Por esa razón no sabes si estamos cerca?— Inquiere.

—Viví aquí durante mi infancia, pero ya no recuerdo casi nada; mucho menos las calles cercanas— Explico.

Es extraño que esté compartiendo este tipo de información con él, pero realmente me da igual. De todas formas, no es ningún secreto.

Los minutos pasan y la música que proviene de la radio del auto es lo único que se escucha dentro. Varias veces siento la mirada de Enzo puesta sobre mí, como si me escrutara, pero no añade ningún comentario al respecto. Es como si quisiera confirmar o asegurarse de algo.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora