Capítulo 48 | Enredo de pensamientos

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[NOTA: Debido a la demora de esta actualización, recomiendo releer el capítulo anterior o los capítulos anteriores para comprender mejor en el caso de que se haya perdido el hilo de la historia]

Capítulo 48: Enredo de pensamientos

Con un poco de aburrimiento, asomo mi cabeza por uno de los lados de la escalera del instituto para asegurarme de no ver a nadie conocido. Al comprobar que ningún alumno se encuentra cerca suelto un suspiro de alivio y opto por volver a mi posición anterior. Sin embargo, antes de hacerlo me sobresalto al descubrir que hay una enorme telaraña a mi izquierda.

Mierda. ¿En dónde me vine a meter?

Creí que pasar la hora del receso en el hueco debajo de las escaleras sería una buena idea, pero parece que me equivoqué.

Suelto un resoplido con frustración y enciendo mi teléfono celular para verificar qué hora es, dándome cuenta de que debo soportar solo una clase más y luego ya podré largarme de la escuela. Bien, al menos falta poco.

Desde que me levanté de la cama todo está yendo del asco y mi humor no deja de empeorar; lo cual es algo que prácticamente sucede casi todos los días, pero esta vez estoy segura de que es peor.

No importa cuanto tiempo haya intentado prestarle atención a los profesores durante el día de hoy; ni en tan solo un minuto logré poder concentrarme.

Estoy perdida en un desastroso enredo mental del cual no logro salir, y para colmo, podría decir que ya se volvió una mala costumbre estar estresada por culpa de la misma persona.

Paso una mano por mi rostro mientras intento no entrar en crisis por segunda vez en la semana. Estos días estuve sintiéndome muy intranquila y preocupada, y como si de una pesadilla se tratara, todos mis pensamientos siempre terminan desembocando en el mismo tema:

Enzo Kast.

O mejor dicho: Enzo Kast y su estúpida declaración.

Fingir que aquella confesión que hizo nunca sucedió está convirtiéndose en una misión imposible para mí, sobre todo cuando mi familia se dedicó a preguntarme sobre mi falso noviazgo una y otra vez durante todo este fin de semana.

«¿Cuándo vendrá tu novio de visita?» «¿Desde hace cuánto están juntos?» «¿Es buen alumno, Candy» «¿Y sus padres de qué trabajan?»

Podría jurar que cada vez que escucho la palabra «Novio» se me revuelve el estómago.

Intenté zafarme de varios cuestionarios incómodos y mantener el control de la mejor forma posible, pero no tuve más opción que explotar en cuanto a Lía se le ocurrió preguntar lo siguiente en plena cena familiar:

«Entonces, si tienes novio ya no eres virgen, ¿Verdad, Candy?»

Todavía considero que fue un milagro el no haberme desmayado tras oír sus palabras. Sin embargo, la peor parte es que Lía, a diferencia del resto de mi familia, sí sabe que él no es mi novio real, ya que a ella sí decidí decirle la verdad.

A veces pienso que la única función que tienen mis familiares es sumarme más agotamiento mental, empezando por mi madre y sus actitudes.

Pff.

Para colmo, estoy comenzando a arrepentirme de haber mentido, pero probablemente haber dicho la verdad iba a provocar que todo sea peor, así que eso me tranquiliza un poco.

No sé en qué momento mi vida comenzó a ser un enredo constante fuera de mi control. Pensé que las cosas ya no podían empeorar más, pero ahora resulta que le intereso románticamente a alguien... Por primera vez en toda mi existencia.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora