Capítulo 9 | Un imán de mala suerte

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Capítulo 9: Un imán de mala suerte

Me muevo de un lado a otro de forma nerviosa frente a la pequeña puerta de la escuela de la hermana de Enzo. Para mi suerte, resultó ser que este lugar está ubicado cerca de mi casa, por lo que no tardé en venir.

Solo faltan unos minutos para que sea el horario de salida, razón por la cual los padres comienzan a llegar y a amontonarse en la puerta. Me alejo un poco del tumulto de adultos y decido sentarme en una gran piedra cerca de la entrada.

De un momento a otro estoy rodeada de señoras compartiendo chismes entre ellas. Intento tolerar el sonido de sus voces, pero comienzo a recibir algunas miradas extrañas dirigidas hacia mí que comienzan a molestarme.

—¿Qué le pasa señora, nunca vio a una adolescente esperar a un niño de primaria?— Le pregunto de forma tosca a una mujer rubia que no dejaba de mirarme y cuchichear.

—Mocosa maleducada— Escupe en respuesta, y se aleja junto a otras más.

Hasta ahora pienso que voy manejando bastante bien el asunto.

Se hacen las 4 pm y los niños comienzan a salir. Le echo un vistazo rápido a los mensajes enviados por Enzo, que contienen varias indicaciones.

Bien, lista de cosas que no debo olvidar:

1. La niña se llama Alessia.
2. Pertenece a tercer grado.
3. Se llama Alessia. A l e s s i a.

Me pongo de pie y me acerco en cuanto oigo que quienes salen son los niños de tercero. Ahora sí, una parte importantísima que nadie me mencionó: ¿Cómo voy a reconocer a la mocosa? Esto no es jardín, los pequeños bichitos no salen uno por uno tras gritar su nombre, ¿Entonces...?

Carraspeo y me acerco a lo que supongo es la maestra.

—Disculpe. ¿Sabe dónde está...? Eh...

Ay no, olvidé el nombre de la niña. La mujer frente a mí alza una ceja esperando a que continúe.

—¡Bueno, no importa el nombre! Busco a una niña con el apellido Kast.

Al menos recuerdo el apellido de Enzo.

—¿Apellido Kast?— La mujer frunce el ceño. Lleva un rodete perfectamente realizado con su cabello castaño y el típico uniforme de maestra. La admiro, imagino que un trabajo así requiere de mucha paciencia.

La mujer piensa unos segundos y luego responde:

—Lo siento, aquí no hay ninguna niña con ese apellido.

—¿Está segura?

—Definitivamente. Conozco el de todos mis alumnos— Contesta—. ¿No te has confundido de escuela?

Saco mi teléfono móvil y releo el mensaje de Enzo "Escuela Cleywoor".

—No lo creo, ¿Está es la escuela Cleywoor?— Le pregunto, un poco dudosa.

—Sí. Pero la 2.

—¿Cómo que la 2? No estoy entendiendo— La miro con extrañeza.

—Hay dos Escuelas Cleywoor, la 1 y la 2.

Siento que me baja la presión por un instante.

—Ay, no.

—Si quieres puedo pasarte la dirección de la pri...

Sin esperar a que la mujer acabe la oración, salgo corriendo en la dirección que vine. Aprovecho la situación y le doy un leve empujón a la señora que me llamó mocosa maleducada en un principio e ignoro sus quejas, de todas formas nunca volveré a verla.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora