Capítulo 16 | Fin de semana

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Capítulo 16: Fin de semana

No es algo realmente nuevo que no me tome el tiempo de tocar una puerta antes de ingresar. Sé que está mal, pero nunca presté la debida atención a los modales que mi madre trató de enseñarme.

Nunca los había encontrado relevantes, hasta este momento. Momento en el que hubiera deseado colocarme frente a la puerta, haber pensado qué hacer, golpearla y luego esperar a que se abra o lo que sea.

Pero claramente no pasó. Y ahora quiero morirme lentamente en la oscuridad de mi habitación; porque sí, son las 4 A.m de sábado y aún no pude dormirme.

Quizás estoy dramatizando. No es como si hubiera visto a mis padres teniendo sexo, pero aún así...

Fue extraño.

Sí he visto chicos sin remera, tampoco soy una especie de puberta descubriendo cosas nuevas, pero aquí no hablamos de cualquier persona...

Hablamos de él.

Ni siquiera quiero mencionar su nombre. A esta altura ya debería habérmelo confundido u olvidado, ¡Pero no sucedió! Y eso se debe al hecho de tenerlo como el impulsor máximo de mi mayor problema.

Sé que no le caigo bien, no he olvidado en absoluto el hecho de que me llamó odiosa en mi propia cara.

Además de que una de sus condiciones fue que me mantenga alejada. Ojalá pudiera cumplir con esa condición...

Esto parece una especie de juego que trata sobre quién complica más la existencia del otro, y yo no pienso perderlo.

Para colmo, ahora por mi culpa tengo una imagen en la mente que no puede eliminarse.

Todavía sigo intentando meterla en la papelera de reciclaje.

Ahora comprendo por qué come saludable a diferencia de su familia; es para mantener su físico trabajado, y por supuesto, sumándolo al entrenamiento que tiene a diario con su grupo de tontos que corren detrás de una pelota, efectivamente iba a estar... Así.

Mierda. Estoy odiándome por seguir vagando alrededor del mismo tema en este momento. 

Pros y contras de lo que sucedió:

Pros:
• Al menos no estaba desnudo.
• Lo de arriba.

Contras:
• Ahora tendré que comenzar a tocar puertas antes de ingresar a algún lugar.
• Quedé ligeramente e innecesariamente perturbada al no haberme esperado ver eso.

Bien, ya estoy harta. Me cansé de intentar dormir, de removerme en mi cama y de pensar cosas estúpidas. Necesito hablar con alguien urgente.

Opto por dejar de estar acostada y me quedo sentada sobre la cama. Rápidamente enciendo la lámpara que está sobre mi mesa de noche para poder iluminar un poco más mi habitación, puesto a que la luz de la luna que ingresa por la ventana ilumina solo una pequeña parte.

Tomo mi celular y decido llamar a Claire, quien el viernes en el instituto ni siquiera se tomó un momento para saludarme y desde eso no me ha enviado ningún mensaje tampoco.

Comprendo que fui la burla de los dos últimos cursos por llevar uniforme el día equivocado —Aunque dudo que le hubieran dado importancia si la del error fuera otra persona—, pero aún así es mi mejor amiga. Y sí, aprovecharé para presentar mi maldita queja.

—¿Hola?— Se oye una voz somnolienta a través de mi teléfono.

—Hola, soy Candy, ¿Aún me recuerdas, no?— Bromeo.

—¿Candy...?— Bosteza—. Ah, hola Candy... ¿Qué sucede?

—No me puedo dormir.

—Pero son las... ¿¡Las cuatro de la madrugada!?— Se altera—. Voy a matarte, ¿Quién rayos llama a esta hora?

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora