Capitulo 17: Día 1 de convivencia
Hay dos cosas de las cuales estoy segura en este momento:
1. No quiero bajar del auto.
2. Quiero irme a mi casa.
Parezco una niña iniciando preescolar, que al ver de qué va el lugar en el que la piensan dejar, solo está enfocada en salir corriendo. Pero yo no soy una niña. Y esto no es el preescolar. Y si salgo corriendo, probablemente mi madre me sacrifique.
—¿Vas a bajar o qué?— Janet intenta echarme de forma sutil del auto.
Sutil.
—¿No vendrás conmigo?— Entrecierro mis ojos. Creí que al menos me acompañaría hasta la puerta.
—No tengo ganas de ver la cara de tu padre, y menos ver esta casa. Así que...— Comienza a hacer unas señas para que me baje.
No me sorprende del todo su respuesta. Sé perfectamente que una vez que mis padres se divorciaron, entre ellos las cosas quedaron de una forma... Bueno, en pocas palabras; del asco. Y mi madre lo detesta.
Por un momento he creído que al pasar varios años superaría todo ese rencor por él, pero al parecer eso no va a suceder, y tampoco es que él se lo merezca luego de olvidar que tiene tres hijas, pero por el momento voy a intentar no recordar ese hecho, de lo contrario, en lugar de saludarlo voy a insultarlo.
Suelto un suspiro y sin despedirme de la persona que me designó este horrible castigo, me bajo del innecesariamente lujoso coche blanco en el que estoy.
Aquí vamos.
Me tomo unos segundos para observar a lo que es mi antiguo hogar. Es, a diferencia de mi casa actual, mucho más pequeño y no tiene jardín delantero. Además, se ve un poco descuidado por fuera al haber estado varios años vacío.
De forma decidida camino hacia la puerta de entrada, dispuesta a tocarla. Solo espero que estos fines de semana sean tolerables. ¿Mi padre seguirá teniendo la misma personalidad de antes? ¿Chocaré más con él que con mi madre?
Creo que regresaron mis ganas de salir corriendo.
Doy un paso atrás, dubitativa, y volteo por un instante para observar a Janet. Quizás en una de esas se arrepiente de dejarme con la persona que se olvidó de mi existencia por, aparentemente, un largo tiempo, y decida llevarme de vuelta a casa, pero en ese instante la puerta se abre.
—¡Hija!— De repente, sin darme tiempo a analizar si quiera lo que sucede, mi padre se acerca y me planta un abrazo.
Aprieto los ojos intentando soportarlo. Soy una persona que detesta las muestras de afecto, y sobre todo los abrazos; no los acepto de ninguna persona, ni siquiera de mis hermanas o de Claire.
Comenzamos mal sujeto semi-desconocido.
Segundos después se aleja un poco y me observa con una gran sonrisa.
—¡Estás enorme!— Exclama. Hago una mueca extraña en respuesta, no me esperaba tanta efusividad repentina; al parecer hay cosas que no cambiaron, pero si bien me hubiera encantado esta reacción muchos años antes, ahora solo puedo decir que me molesta, y no justamente porque odio este tipo de muestras.
Respondiendo a muchas de las preguntas que me hice antes de llegar con respecto al físico de mi padre, puedo decir que no cambió demasiado.
Su cabello se mantiene igual de oscuro y corto, y puedo observar un par de casi imperceptibles canas en él. Debajo de sus ojos color miel se notan las mismas ojeras que siempre tenía al estar constantemente trabajando, cosa que hasta hace poco seguía haciendo, por lo cual no estoy sorprendida de verlas. La única diferencia que noto es que parece estar un poco más demacrado desde la última vez que lo vi, pero en general se mantiene bien.
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Endulzando a Candy ©
Teen Fiction❝Lo único que Candy tiene de dulce, es el nombre❞ Detrás de esa carita de ángel se encontraba una chica con un carácter de mierda, actitud rebelde y bastante amargada. Candy era el tipo de persona con la que Enzo no quería tener problemas, y Enzo e...