Capítulo 35 | Detrás de las gradas

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Capítulo 35: Detrás de las gradas

Golpeteo mi teléfono celular con aburrimiento mientras espero que la página a la que quiero ingresar termine por cargar, pero no pasa: No hay wifi aquí.

Resoplo y decido apagarlo mientras observo las palabras escritas frente a mí «Candy Dobbs es una perra», qué poca originalidad.

Es la hora del receso y me encuentro en un cubículo del baño del instituto, sentada sobre la tapa del retrete. Para mi mala suerte, afuera hace demasiado frío como para sentarme en mi lugar de siempre, incluso algo me dice que va a llover. Es increíble como la temperatura bajó de forma significativa estos días.

Decidí encerrarme en el baño ya que fue la mejor opción que se me ocurrió; antes muerta que comer en la cafetería rodeada de ruidosos alumnos. Sin embargo, el hecho de estar aquí, con todos estos garabatos —De los cuales en varios veo mi nombre junto a insultos— tampoco es que me haga mucha gracia.

Y la cereza del pastel: No llega la señal.

Tal vez si Claire hubiera venido hoy a la escuela habría encontrado un sitio mejor en el cual pasar el receso, pero faltó, y mi mejor idea fue este horrible lugar.

De todas formas, a pesar de esto, tengo admitir que estoy de buen humor.

Bueno, quizás no es buen humor, pero tampoco es mi usual mal humor. Hoy por fin es viernes, y sorpresivamente esta semana y la anterior fueron muy buenas para mí.

Pasaron casi dos semanas desde el día de la feria, y debo admitir que desde eso mis días no se sintieron tan... horribles.

Mi relación con Enzo había mejorado notablemente, haciendo todo más llevadero para mí. Desde la fiesta de Claire siento que algo cambió entre nosotros, y de forma inesperada me encuentro tratándolo mucho mejor que antes. Él, por su parte, se comporta amable conmigo las veces en las que nos cruzamos, ya que a pesar de ser la niñera de su hermana él no siempre se encuentra en su casa.

Es extraño. Hace un tiempo atrás lo detestaba más que a nadie, y ahora podría decirse que por fin,  después de tanto, aprendimos a «tolerarnos» mutuamente.

Tengo que admitir que me equivoqué. La ridícula tregua de paz que hicimos resultó, y siento que lo juzgué demasiado mal en un principio —Aunque en primer lugar, fue su culpa por cubrirme de lodo y luego reírse en mi cara—.

Parece ser muy diferente a la idea que me hice de él, y comenzar a notar otro lado suyo no está nada mal. Ya ni siquiera me molesta su presencia como antes, y ya no me dirijo hacia él como «Idiota».

Bueno, no. Lo último es mentira, aún no llegamos hasta ese punto tampoco.

De todas maneras, creo que lo más importante de estas semanas —Y lo que hizo que mi humor no sea tan malo— fue que Alessia se comportara mejor conmigo. Internamente creo que es una forma de agradecimiento por haber accedido a llevarla a la feria o algo similar, pero no me torturó tanto como suele hacer.

El fin de semana en casa de mi padre tampoco fue tan malo. ¿Será que por fin los planetas estaban alineándose a mi favor? No lo sé, pero espero que sí.

Cansada de estar en el cubículo del baño, decido simplemente salir y buscar un nuevo lugar en el que al menos pueda tener señal.

Antes de irme me observo en el espejo para procurar que mi cabello esté en orden, lo que podría tomarse como una despedida, ya que van a sacar el maldito espejo en unos días porque ciertos alumnos lo rompen y utilizan los pedazos para cortarse.

Muy sano el asunto.

Cruzo por la puerta del lugar y en seguida me sobresalto al ver a una persona pegada a esta, pareciendo esperar a alguien.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora