Capítulo 33 | La feria

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Capítulo 33: La feria

El camino hacia lo que fácilmente podría ser denominado como «Infierno» para mí, se sintió bastante rápido pese a que realmente no lo fue.

El viaje duró incluso más de media hora, y para cuando el auto de Enzo se detuvo, ya era de noche. Por mi parte, debo decir que me distraje todo el trayecto observando a través de la ventana del asiento trasero, ignorando el parloteo de Alessia mostrando su emoción.

Más de una vez se me ocurrió preguntar si era necesario que yo vaya, ya que Enzo mencionó que también se quedaría, pero tanto él como Alessia se limitaban a responder un «Sí», lo cual me aterraba incluso más que la misma feria.

Evidentemente la mocosa no podía dejar de utilizarme como esclava ni siquiera fuera de su casa, solo espero que no me obligue a subirme a ningún juego o estoy más que segura de que intentaré escaparme para nunca regresar.

Y cuando digo nunca, me refiero en serio a nunca.

Una vez que nos acercamos a la entrada, mientras hacemos fila para obtener los boletos observo a todo el iluminado lugar con una expresión de horror muy poco disimulada. Supuse que iba a estar lleno de personas por todos lados: Adultos, adolescentes, mocosos.

Agh.

La música ingresa a mis oídos como si fuese una pésima mezcla entre comida dulce y salada; a mi izquierda se oye una canción, pero a mi derecha otra. Ambas provenientes de distintos parlantes.

Al no haber venido nunca a este lugar, creí que la tan famosa feria sería más pequeña, pero al parecer me equivoqué; realmente parece muy grande. Frente a la entrada en la que estoy, noto como hay varios caminos que guían hacia varios puestos diferentes, todos ubicados uno al lado del otro; desde puestos de comida, pequeños juegos, hasta gente que vende artesanías. Cerca de donde estoy también diviso juegos infantiles, y a lo lejos veo sobresalir a más de un juego mecánico como la montaña rusa y la rueda de la fortuna.

Una vez que los tres obtenemos los boletos, rápidamente nos adentramos en el lugar. Espero no toparme con nadie conocido; sobre todo con gente del instituto, porque estoy segura de que aquí habrá más de uno.

Apenas ingreso y este lugar ya me está dando dolor de cabeza...

—¡Me encanta! Emily y Julie enloquecerán cuando les cuente que estoy aquí —Exclama Alessia con felicidad, distrayéndome. Sus ojos azules parecen brillar como si estuviera viendo oro, lo cual hace que inevitablemente quiera rodar mis ojos.

Enzo frunce el ceño al escuchar a su pequeña hermana. Internamente sé que debe preguntarse quién rayos son Emily y Julie.

Mientras comenzamos a caminar por el lugar, no puedo evitar escrutarlo con la mirada; analizando su aspecto.

A diferencia de como se encontraba hace aproximadamente una hora atrás, ya no está cubierto de todo ese sudor por el partido jugado, y tengo que admitir que parece recién salido de alguna revista ridícula de las que lee mi hermana Lía para babear con los chicos que aparecen.

Él lleva puesta una remera simple color gris, unos jeans azules casi negros, y una chaqueta estilo universitaria abierta que hace juego con la prenda anterior al ser del mismo color, la cual tiene botones blancos. Su cabello, por supuesto, siempre luce igual de revoltoso, lo que le da un aire más rebelde, sobre todo porque en su rostro aún permanecen las marcas de los golpes que recibió de parte de Noah —Aunque en mucho mejor estado que el sábado—, pero eso no opaca para nada su estilo relajado, ni tampoco el hecho de que luce bien.

Internamente puedo imaginarme los comentarios que soltaría Claire al verlo de esta manera.

Por inercia, no puedo evitar echarle un vistazo a mi vestuario. Si hubiera sabido que sería arrastrada a venir, supongo que me hubiera arreglado un poco mejor, pero no estoy tan mal.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora