Capítulo 40: La pijamada
—Tendrás que lavar mi ropa durante toda la semana, te aviso. No hago de chofer gratis.
—Bien— Resoplo con hastío y rápidamente me bajo de su auto.
No sé si es peor viajar con ella o con mi madre. Si mi padrastro no viviera trabajando, en definitiva optaría por pedirle a él que me lleve cuando lo necesito.
Con un gesto simple me despido de mi hermana y comienzo a caminar hacia la puerta de la casa de Claire. Mientras me acerco, acomodo mi bolso sobre mi hombro.
Hacía ya mucho tiempo que no me quedaba a dormir en casa de mi mejor amiga. Antes, era típico que al menos una vez al mes nos juntemos, pero este último año Claire se llenó de responsabilidades, de más amigos y de muchas más fiestas, y por mi parte, lo último que se me vino a la mente en estos últimos meses es hacer una pijamada con ella.
Cabe aclarar que, todas las «Noches de chicas» que hemos organizado han sido siempre en su casa, jamás en la mía. La razón principal es mi madre: Ella detesta a Claire. No basta con observar con desaprobación cada cosa que yo hago, también parece no estar de acuerdo con mis amistades —O bueno, más bien mi única amistad—.
Mientras escucho el sonido del coche de Kayla alejándose, me planto frente a la puerta de la casa. En seguida me apresuro en tocar, dando dos golpecitos.
Probablemente me abra Claire, ya que, si no me equivoco, sus padres no se encuentran.
Muevo mi pie de forma impaciente al ver que no me abre inmediatamente. Aprieto mis labios y decido volver a tocar una segunda vez, pero en el instante en el que extiendo mi mano nuevamente, una sonriente Claire abre la puerta, deteniendo mi acción.
—¿Hola?— Alzo una ceja hacia ella, quien parece más animada que de costumbre.
—Pasa, pasa— Me invita a entrar.
Doy unos pasos y finalmente ingreso a su gran —e innecesariamente espaciosa— casa, barriendo el lugar con la mirada, pero sin darle mucha importancia; después de todo, ya vine aquí cientos de veces.
Antes de seguir adentrándome, volteo hacia Claire, quien parece tener problemas para sacar la llave de la puerta. Rápidamente la escudriño con la mirada: Su cabello castaño y lacio se encuentra suelto y cae libremente por sus hombros, y su ropa, pese a ser holgada y casual, sigue quedándole espectacular.
No sé cuál es su secreto para verse siempre igual de perfecta en cualquier tipo de ocasión. A veces me gustaría ser tan solo un poco como ella...
Intentando no darle demasiada relevancia, opto por dispersar mis pensamientos. Instantáneamente, mi atención se deposita sobre mi bolso, el cual está repleto de snacks que compré para que ambas comamos durante la noche.
—Al final, sí pude ir a comprar— Comienzo a comentarle a Claire, mientras camino distraída por la sala—. Traje papas fritas, doritos, maní, un paquete de ositos de goma, los caramelos feos esos que te gustan a ti, una tableta de...— Dejo de hablar de manera repentina al escuchar un par de voces en el patio.
¿Qué carajos?
Desde mi lugar, intento identificar de quiénes se trata. Parecen ser tres chicas: una de cabello caoba, otra de cabello castaño que se encuentra de espaldas a mí y la tercera de cabello color... ¿Verde? ¿O eso es una planta? Trato de forzar la vista para descubrir quiénes son, pero no hay caso, no alcanzo a ver más que eso.
Sin más, vuelvo sobre mis pasos y comienzo a acercarme hacia Claire dando grandes zancadas, imaginándome lo peor.
Ella sigue ocupada intentando sacar la llave de la cerradura de su puerta —ahora con más insistencia que antes—, pero al sentir mi mirada de molestia, Claire alza el rostro y automáticamente me regala una sonrisita que no indica nada bueno.
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Endulzando a Candy ©
Teen Fiction❝Lo único que Candy tiene de dulce, es el nombre❞ Detrás de esa carita de ángel se encontraba una chica con un carácter de mierda, actitud rebelde y bastante amargada. Candy era el tipo de persona con la que Enzo no quería tener problemas, y Enzo e...