Capítulo 43: El último día
Con un suspiro de frustración, arranco una estrella amarilla de goma de la pared de la habitación. El cuarto entero parece de una niña de diez años, lo cual es comprensible debido a que era de Kayla cuando vivíamos aquí, pero no me resulta agradable tener que dormir cada fin de semana entre peluches y tanto color.
Me parece espantoso.
Con la misma molestia de antes, arranco de manera rápida otra estrella, esta vez de color naranja.
—Oye, Candy— Escucho que alguien pronuncia desde la puerta de la habitación. No me molesto en voltear; sé que es la voz de Lía—, papá y yo jugaremos a las cartas, ¿Vienes?
—No, gracias— Hago una mueca, con la vista puesta sobre las estrellas que aún me faltan quitar. Claramente, esta no era mi idea de pasar el domingo.
¿Por qué rayos no hice esto antes?
Puede que, en el fondo, siempre tuve fe en que mi madre dejaría esa estupidez de obligarme a venir todos los fines de semana aquí con mi padre, y por esa razón ni siquiera me molesté en remodelar el viejo cuarto de mi hermana mayor.
Pero por supuesto, Janet jamás se echó atrás y tampoco lo hará, así que ahora no me queda más opción que finalmente aceptarlo.
Sin poder evitarlo, suelto un bufido, empezando a sentirme fastidiada; tuve la peor semana de todas.
O bueno, eso sería exageración, ya que en realidad tuve peores, pero aún así no puedo dejar de considerarla como horrible.
Y sé a la perfección por qué fue así.
—¿Todo está en orden?— Pregunta mi hermana menor, adentrándose en la habitación. Sus ojos verdes me escanean con curiosidad.
—Claro, ¿No me ves? Estoy perfecta— Miento, volviendo a depositar mi atención sobre las molestas y estúpidas, muy estúpidas, estrellas coloridas.
—Estás arrancando esas cosas como si las odiaras...— Menciona Lía, refutando instantáneamente mi respuesta anterior.
—Pues, básicamente, sí las odio. Por algo me estoy deshaciendo de ellas.
—Ah, entonces... ¿Bien?— Ella frunce el entrecejo y me observa indecisa por un instante—. Estos días estuviste más rara que de costumbre, pero sinceramente, ya me da miedo preguntarte —Alzo una ceja ante sus palabras—. Creo que solo me iré a jugar. Si cambias de opinión, estamos abajo, ya sabes— Me avisa, y sin más, se va de la habitación bajo mi mirada.
Automáticamente gruño.
Ambas sabemos que no cambiaré de opinión.
Suelto un resoplido y antes de continuar deskaylizando el cuarto entero, me tomo unos segundos para pensar en las palabras de Lía: «Estos días estuviste más rara que de costumbre». ¿Rara?
Yo lo llamaría, más bien, estar enredada en una maraña de pensamientos y dudas.
Muchas dudas.
Aprieto mis labios con molestia y miro fijo a las estrellas de goma que arranqué de la pared momentos atrás. Estas yacen en el suelo.
De la misma manera en la que las quité de la pared del cuarto, me gustaría poder quitar a Enzo Kast de mi mente.
Pero él no me deja, y ese ha sido mi maldito problema desde hace bastante tiempo. Para colmo, ahora la cosa se volvió peor: Su actitud está comenzando a confundirme muchísimo, y el jueves, en la sesión de fotos, mis preguntas solo incrementaron.
ESTÁS LEYENDO
Endulzando a Candy ©
Novela Juvenil❝Lo único que Candy tiene de dulce, es el nombre❞ Detrás de esa carita de ángel se encontraba una chica con un carácter de mierda, actitud rebelde y bastante amargada. Candy era el tipo de persona con la que Enzo no quería tener problemas, y Enzo e...