Capítulo 15 | Despedido

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Capítulo 15: Despedido

ENZO

—Está bien, está bien— Suspiro al ver la cara de irritación de Candy, quien al parecer se molesta demasiado rápido—. Me despidieron— Comento, mostrando una sonrisa.

—Qué?— Su expresión parece de confusión. ¿Acaso es sorda?

—Lo que escuchaste— Me pongo de pie—. Así que para desgracia de los dos, supongo que a partir de ahora nos cruzaremos más seguido.

Mantengo la sonrisa en mi rostro, pero el hecho de que me hayan despedido me complicó un poco la existencia.

Sin añadir nada más, camino hacia las escaleras dispuesto a ingresar a mi habitación.

Es probable que todos mis días a partir de ahora sean de esta forma, ya que si continúo cruzándome seguido con Candy podría envejecer antes de tiempo de todo el estrés que esa chica me produce.

Es aquí cuando maldigo el hecho de haberla metido a trabajar en mi casa, ahora debo privarme de estar en mi propio living. Vaya mierda.

—Si estás aquí... ¿Quiere decir que ya no necesito ser la niñera de tu hermana?— La loca va detrás de mis pasos y se escucha esperanzada.

—¡Sí!— Festeja una voz aguda desde la habitación de al lado. Candy rueda los ojos.

—Claro que no. Para tu mala suerte aún debes cumplir con tu deuda— Aclaro con simplicidad—. Además...— Ingreso a mi cuarto y volteo para verla—. ¿Qué te hace creer que puedo lidiar con mi hermana menor?

—¿Y crees que yo si puedo?

—Ese no es mi problema— Cierro la puerta en su cara y esbozo una sonrisa de satisfacción al comenzar a escuchar como susurra insultos.

La expresión de mi rostro cambia en seguida en cuanto recuerdo cuál es mi situación actual.

Solo debo calmarme y sonreír, calmarme y sonreír... Eso es lo que mi madre me pedía que haga ante cualquier tipo de problema: Sonreír.

Ella estaría un poco decepcionada al saber que a veces me cuesta bastante.

Suspiro. No puedo creer que me hayan despedido luego de haber trabajado en aquel lugar tanto tiempo, ¿Y todo por qué? Por follarme a la hija de la jefa.

Aún no comprendo cuál fue el problema.

No fue en horario de trabajo; era nuestro descanso. Y tampoco fue dentro del lugar, fue en frente, en su auto. Además, ella estaba totalmente de acuerdo.

Aunque ese último comentario no le agradó como justificación a mi ahora ex jefa.

Pateo levemente la pelota de fútbol que está en el piso de mi cuarto. Esta golpea un pequeño cuadro de mi infancia en el que estoy sosteniendo un trofeo. Maldición, ahora está roto.

Me apresuro a juntar los trozos de vidrio mientras pienso en lo que sucedió. Me siento un poco egoísta... Ya no podré continuar ayudando a mi padre con el dinero, pero... A la vez siento que de alguna forma me quité una carga de encima.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora