Capítulo 32 | ¿Qué pasa entre tú y Enzo?

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Capítulo 32: ¿Qué pasa entre tú y Enzo?

—Ya, Claire. No seas tan dramática... Suéltame.

—Oh, no. Eso no pasará— Continúa abrazándome como si no hubiera un mañana. Hago una mueca de fastidio tras esto—. Estoy preocupada por ti, no puedo creer lo que sucedió. ¿¡Por qué no me dijiste en el momento!?

—Ni siquiera sabía dónde estabas, no es mi culpa— Me encojo de hombros—. Pero da igual, nada grave sucedió.

—¡Gracias a Enzo!— Exclama, y luego suelta un suspiro—. Si él no hubiera estado ahí, quién sabe qué iba a hacerte ese imbécil de Noah. El único detalle es que rompió la puerta de mi habitación... Pero ahora que sé el porqué, está justificado.

—Como sea, pero si sigues abrazándome, me temo que tendré que golpearte o algo así.

—Ay, qué agresiva— Ella se aleja de mí con un semblante divertido tras mi amenaza—. ¿Cuándo será el día en el que toleres las muestras de afecto?

—Nunca— Sentencio, para después darle una mordida al pequeño sándwich en mis manos.

Claire y yo nos encontramos en la hora del receso. Ambas estamos sentadas en mi lugar de siempre; en el parque del instituto, debajo de un gran árbol que nos da sombra.

Nuevamente comienza la rutina semanal, y a pesar de que deteste los lunes más que al resto de los días, hoy todo está fluyendo de forma tranquila.

Para mi sorpresa, este fin de semana en casa de mi padre no estuvo tan mal. Es evidente que nuestra relación padre-hija no mejora —Y tampoco tengo ganas de que mejore—, pero luego del interrogatorio que realizó para analizarme, él cree que sí.

Y está loco si realmente piensa eso.

Sin embargo, el hecho de no considerar aquellos días como una pesadilla se debe a otras dos cosas:

Lo primero fue que Lía, mi hermana menor, se quedó allí el mismo tiempo que yo, lo cual hizo todo más llevadero y menos incómodo.

Y lo segundo fue... Félix.

Luego de la disculpa que me obligaron a ofrecerle, al día siguiente hablamos un par de veces sobre cosas triviales de ventana a ventana.

Aún sigue sorprendiéndome el hecho de que aquel chico ni siquiera me caiga mal. Incluso considero que es raro que pueda entablar una conversación con él de manera simple sin siquiera conocerlo bien; eso es algo que no suele pasarme seguido.

En estos días pude darme cuenta de que es una persona bastante pacífica, lo cual me agrada. También descubrí que tiende a sonrojarse cuando se siente avergonzado, lo cual es divertido de presenciar.

Y debo admitir que abusé más de una vez con esto último, ya que me encargué de recordarle lo de su ropa interior varias veces solo para hacer que se convierta en algo similar a un tomate.

Aún es extraño para mí admitir que Félix me cae bien, y creo que lo que más me agrada es que parece no prestarle atención a como me ven los demás en el instituto.

De todas formas, tengo que añadir que esto no quita que en varias ocasiones tuve que lanzarle amenazas al escuchar el ruido de su guitarra; pero ya ni siquiera me molestaba demasiado.

Por otro lado, mi madre casi me asesina al verme con el labio lastimado cuando regresé a mi hogar, pero me salvé del castigo diciéndole la misma mentira que le dije a mi padre: «Fue un chico», por lo que simplemente me dio una advertencia de comportamiento y nada más.

De seguro internamente está pensando algo como: «Al fin está haciendo cosas normales de adolescentes».

Pff.

Endulzando a Candy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora