CAPÍTULO 33.

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Sentada y con los nervios de punta, observo la puerta de la oficina donde está el padre Gabriel

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Sentada y con los nervios de punta, observo la puerta de la oficina donde está el padre Gabriel. Carl le había enseñado a usar un machete por el simple hecho de que quiere que se defienda. Después del miedo en su cara por usar el machete, entró a la oficina y no ha vuelto a asomar la cabeza. Alissa, Dylan y Mateo juegan a las cartas, mientras que Carl observa en silencio a su hermana pequeña. 

—¡Por favor, abrirme!

El grito masculino nos he conocido y corro para verificar mis sospechas, Gabriel no está. Aparte de sus gritos escuchamos los gruñidos de caminantes, tal parece que no son pocos.

—¡Por favor, abrid! ¡Alexandra, Carl, por favor! ¡Se acercan! 

Nos miramos entre todos ante el escandalo de fuera y nos acercamos a las puertas de la entrada, donde habíamos clavado trozos de madera para impedir el paso de cualquiera. Miro como Carl corre a intentar derribar los trozos de madera.

—¡Tenía que verlo, ya lo he visto!—exclama entre gritos, llegando a la conclusión del que mundo ahí fuera es peligroso y que ningún sitio era seguro ni duradero—. ¡No me dejéis aquí fuera, por favor!

Aparto con un poco de delicadeza el cuerpo de Carl y les pido a todos que se aparten de la entrada. Comienzo a dar golpes con el machete hasta intentar lograr mi objetivo, 

—¡Auxilio, por favor! 

—Preparaos—les digo entre gritos—correremos hasta la oficina cuando abra la puerta. Carl y Mateo apuntar hacia los caminantes, Alissa coge a la niña y a Dylan, ¡ya!

Mi amiga corre en dirección opuesta con los mas pequeños. Jalo del brazo de Gabriel en cuanto logro desbloquear la puerta, pero como he hecho un desastre la entrada, me es imposible volver a cerrar la entrada. Carl y Mateo me cubren con sus armas ante la horda de caminantes que adentran. Logro derribar con mi machete a los que intentan alcanzarme, mientras le exijo que corran a la oficina. 

Una vez todos dentro de esa habitación, intentamos que no logren derribar la puerta. El llanto de Judith me pone más nerviosa y comienzo a mirar a todas las direcciones, para ver por donde podíamos salir huyendo. Aprieto mi mandíbula como si me diera fuerza para seguir sosteniendo la puerta, porque hay caminantes con los dedos metidos y no me dejan cerrar la puerta del todo.

Gabriel se agacha y nos enseña el piso de madera donde hay un hueco, así que deduzco que por ahí escapó sin que nos diésemos cuentas. 

—Salid por ahi—pide Gabriel—por debajo, hacia la parte de atrás. Coged a los niños y marchaos. 

Observo el pálido y sudoroso rostro de mi amiga, y le pido que baje.

—Mamá—solloza Dylan en cuanto ve que no me muevo de la puerta. 

Mateo baja primero para ayudar a Alissa que lleva a Judith. Gabriel no podía solo con la puerta así que les daría ventaja para que salieran. Los ojos de Carl se cruzan con los míos, ambos asentimos y él no demora en salir por ese hueco. 

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora