CAPÍTULO 30.

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Han vuelto a mí.

Dylan palpa mi rostro con sus pequeñas manos, como sino creyese que yo estuviera frente a él. Mis ojos vuelven a inundarse de lágrimas. Por pura emoción y felicidad. No me lo puedo creer.

—Estás aquí, mami bonita—recita con dulzona voz. Ignora mis golpes y lo agradezco en silencio.

Sonrío nuevamente.

—Sí mi vida, mami esta aquí y te promete no soltarte jamás. No voy a perderte de vista otra vez—le juro con una brillante sonrisa.

Había sido un milagro de la vida volver a ver a mi hijo sano y salvo, gracias a la gente que estuvo con él y le protegió. Carol me viene a la cabeza, en cuanto mi pequeño me cuenta que ella lo encontró en medio del bosque. Mentalmente me apunto hablar con ella más tarde, porque en este momento no puedo despegarme de mi hijo. Mi corazón se aletea de pura y merecida felicidad.

—¿Has comido bien, cielito? Te veo súper grande, ¿has crecido en mi ausencia?

Las pálidas mejillas de mi pequeño comienzan a coger un color rosadito y me río por ello.

—Claro mamá, la tía Alissa no ha dejado que pase hambre. Creo que he crecido un pelín—añade mientras pasa la mano por encima de su cabeza, haciendo referencia haber crecido un par de centímetros.

Yo no sé si es porque hemos estado bastante tiempo separados que me han parecido siglos y ahora lo veo enorme, o estoy imaginando mal. El asunto es que está precioso y con los rizos más revueltos que nunca. Le echo el pelo para atrás y estos rebeldes, siguen desparramados por todos lados.

—Vamos a tener que hacer un recorte a ese melena, ¿de acuerdo?

—Sí, porque me da un poco de calor.

Asiento con la cabeza y vuelvo a incorporarme. Las rodillas me duelen en cuanto me pongo de pie y las estiro un poco. Alissa se cuelga de mi cintura y yo la abrazo emocionada.

—¡Ay mi morenita preciosa!—se mofa nuevamente del apodo que Rick usa conmigo.

—Pesada, te he echado de menos.

—Y yo a ti, sabía que iba a encontrarte. De mi no te libras nunca.

Sonrío por eso y le doy varios besos en las mejillas. Le agradezco por todo lo que ha hecho por Dylan y pregunto por el estado de su embarazo, me comunica que todo está mas que perfecto y no pasa por alto todas las guarrerias que le ha dicho Daryl para cuando estén a solas. Me traumo por dentro y no digo nada al respecto. Yo también he añorado las caricias y besos de Rick. Me lo voy a comer enterito.

Abrazo a Carol y le comento que me gustaría hablar con ella más tarde. Brevemente le doy la mano a Tyreese, porque me impone respeto de lo alto y serio que es, y le doy infinitas gracias. 

Me acerco a Carl con sumo cuidado, no hemos tenido muy buena comunicación desde el principio pero es un crío al fin y al cabo. No voy a permitir que las cosas se salgan de madre.

—Me alegra verte bien—comento mientras veo como menea a Judith entre sus brazos.

De repente las manos me pican, y mis brazos se mueven inquietos.

—¿Quieres cogerla?

Su pregunta sincera y sin pizca de maldad, me toman desprevenida.

—¿Puedo?

—Sin problema.

Asiento con la cabeza un poco confusa, la cojo con cuidado y me siento extraña. Porque desde que la tuve en brazos cuando nació, no la he vuelto a cargar. Pesa mucho más y en su inocencia, juguetea con mis mejillas. Sonrío emocionada.

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora