CAPÍTULO 43.

938 62 18
                                    

Mastico lentamente las galletas preparadas por Carol y disfruto del exquisito sabor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mastico lentamente las galletas preparadas por Carol y disfruto del exquisito sabor.

—¿Vas a venir a la reunión?

Veo a Rick asomarse por la cocina de nuestro hogar.

—Me duele la cabeza—admito con pesadez—seguro que aceptan pelear con tal de conseguir alimento.

Rick mira hacia atrás y se percata de que no hay nadie más en casa.

—¿Y tú quieres pelear?—

—No hay opción esta vez—respondo y suelto un suspiro—hay que hacerlo. Hicimos un trato con Hilltop y nos dieron comida como para un mes, debemos acabar con esos salvadores y seguir con nuestras vidas.

Se acerca y envuelve sus brazos sobre mis hombros, aspiro su aroma y cierro los ojos.

—Siento que tengas que matar personas, mi amor, lo siento.

—No tienes la culpa, Rick, nadie la tiene en realidad. No somos los buenos—le recuerdo con amargura—ni tampoco los malos, en este mundo ya no existe ni el bien ni el mal... solo se trata de sobrevivir. Voy a pelear por toda esta gente y los niños, pero mi única condición para salir es que Mateo se quede aquí. ¿Puedes hablarlo con Daryl? Para convencerle.

—Lo haré.

—Gracias.

Se separa de mis brazos y besa mis labios.

—Acabaremos con los salvadores y Negan—afirma él—después seguiremos haciendo intercambios con Hilltop. Debemos mirar más allá, por un futuro, morenita.

—Eso espero.

Rick se marcha con la tensión en su cuerpo ante mi falta de confianza en esa misión. Es que me cuesta asimilar las cosas más de lo normal y saber que tenemos que seguir peleando, me agota.

Ante la soledad en mi hogar me permito descargar el mar de emociones y lloro.

Apoyo mis codos sobre la encimera de la cocina y trato de quitar esa horrible angustia de mi pecho, esa sensación amarga que me carcome desde hace meses.

—¿Qué pasa, mamá? ¿Por qué lloras?

La voz de Dylan me pone en alerta y hago todo lo posible para que no vea la rojez en mi mirada ante las lágrimas.

—Es que me pille el dedo contra la puerta y me duele.

—¿Te has puesto hielo?

—No, acaba de pasar.

Dylan me mira sin creerse ni una sola palabra y a pasos largos llega hasta a mi.

—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? Ahora entiendo mejor las cosas, mamá, y sé que no estás bien ni que te has pillado el dedo contra la puerta.

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora