CAPÍTULO 38.

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Las cosas iban de mal en peor a medida que pasaban los días

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Las cosas iban de mal en peor a medida que pasaban los días. Mi tolerancia por estas personas disminuía a niveles sorprendes, simplemente no eran de mi agrado. Todos tratamos de adaptarnos a su estilo de vida, pero es difícil hacernos los ignorantes ante el mundo en el que vivimos. En el garaje de nuestra casa me dedico a entrenar con Mateo, Dylan y Carl, porque no queremos bajar la guardia ante un posible ataque del exterior. Pese haber peleado una y otra vez con Rick porque me mantuviera quieta por mi operación, seguía alentado a los chicos a entrenar. Es verdad que ya estaba de mejor condición física pero me costaba seguir el ritmo al que estaba acostumbrada antes. Me daba una semana más para ser la misma sanguinaria que luchaba por los suyos, era cierto que estar entre tanta armonía me ponía alerta y paranoica.  Me imaginaba los peores escenarios en todo momento y hasta me quedaba noches en vela por si alguien irrumpía en nuestro hogar. 

Pero como siempre me callaba todos esos malos pensamientos para mí, por fuera mostraba estar la mar de feliz de vivir en Alexandria. Y no podía joder a Alissa con mis problemas porque bastante mal la tienen los cambios de humor y el hecho de que Daryl salga con Aaron a buscar supervivientes fuera de los muros. Debíamos aportar nuestro granito de arena para que nos dejaran tener un techo, por eso me dedico a dar clases de matemáticos a los menores. No sé de que carajos les va a servir a la hora de defenderse. 

Cae la noche y con ello la trágica noticia de que Noah a muerto. 

Rick y yo nos sentamos en el porche de casa para escuchar atentamente lo ocurrido. 

—El cuerpo de Aiden quedó incrustado contra un metal y le pedimos ayudamos a Nicholas para sacarlo de ahí, pero huyó al ver que los caminantes nos rodeaban, él quería huir a la primera de cambio—relata Glenn con un semblante que hacía tiempo que no veía, rabia en estado puro—. Noah y yo confiamos en que Eugene podía sacar a Tara inconsciente, porque cuando lanzamos las bengalas para alejar a los caminantes, tropezó y se golpeó la cabeza. Luego nos dimos cuenta que no podíamos ayudar a Aiden y tuvimos que dejarle allí—le doy una pequeña caricia sobre el hombro y este suspira. 

—No fue tu culpa, Glenn. 

—Luego—continua con voz temblorosa—habían unas puertas giratorias que daban a la calle, pero estabamos rodeados así que Noah y yo nos quedamos dentro de un espacio, y Nicholas en otro. Le pedimos que no se alterara porque ya no nos quedaban balas, y a él sí. Vio que los caminantes golpeaban los cristales y le entró el pánico... después movió la puerta para poder salir y atraparon a Noah. Tiré de él tanto como podía, pero fue imposible salvarle. Lo intenté y vi como moría.

Por puro instinto mis brazos se mueven por si solos y no demoran en rodear el cuerpo de mi mejor amigo. Glenn se aferra a mis brazos y se descarga en lágrimas sobre mis hombros. 

—Estuve apunto de dejarlo ahí—admite entre sollozos—de inventarme una historia. 

Se separa algo avergonzado y no demora en secarse el rostro. Después intercambiamos miradas, porque pocas veces había visto llorar a Glenn. Ni siquiera puedo contar las veces que él me vio llorar, eran demasiadas. 

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora