CAPÍTULO 34.

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Ha transcurrido casi un mes desde lo de Atlanta

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Ha transcurrido casi un mes desde lo de Atlanta. Todos estamos tratando de no volvernos locos mientras caminamos por la carretera a Washington, si tanto quería ir Eugene allí, algo bueno podríamos sacar.

Sasha sigue con nosotros pese a haber perdido a su hermano mayor, pero también parece haberse perdido así misma. Y era natural, ¿cómo ignoramos el dolor que nos generan nuestros muertos sin perdernos en el camino de la curación? 

Maggie se mantenía callada la mayoría del tiempo y según Glenn no le expresaba sus sentimientos. Le aconseje que no la presionara y se mantuviera a su lado.

Alissa está casi en su cuarto mes de embarazo y ha sido un autentico infierno poder conseguir alimento para ella.

Las cosas con Carl han mejorado tanto que parece que nunca hubo odio de su parte, puede ser que el hambre le haya apaciguado los sentimientos, pero agradezco que intente llevarse bien conmigo. El buen trato de ambos parecen hacer feliz a Rick.

Todos tratamos de seguir caminando aunque el hambre y la sed nos invada en cada paso. Está siendo muy duro vivir y me estoy cansando de luchar. Quizá hable mi lado hambriento porque apenas me quedan fuerzas.

Mostrarme fuerte ante mi hijo es todo un reto e intento que no me vea flaquear. Como todos; algunos lloran a escondidas, otros son la viva imagen de la desesperación.

La desesperación era una buena palabra para describirnos en este momento. Y más aquel molesto dolor que me invadía desde los dos últimos días, a un lateral inferior de mi estómago sentía un fuerte pinchazo que me ahogaba de dolor, pero hacía mi mejor esfuerzo para ocultarlo.

Cuando creíamos que todo estaba perdido el cielo se puso a nuestro favor y comenzó a llover. Claro está que vimos unas botellas en el suelo que decían ser parte de un amigo, lo que nos despertó de la ensoñación de solo huir de caminantes, también corríamos el riesgo de ser atacados por humanos.

La lluvia era tan intensa que tuvimos que refugiarnos en un granero que Daryl había encontrado mientras buscaba agua.

Nos aseguramos de que dentro no haya peligro y decidimos pasar la noche allí. Durante la madrugada las grandes puertas principales se agitan por la ventisca de fuera y sumando a los caminantes que se agolpan. Separo mis brazos con cuidado de no despertar a Dylan y me levanto a ayudar a los demás. Juntos y en equipo empujamos para que nadie pueda pasar.

El peligro pasa al rematar a los caminantes y la lluvia se calma. Me agarro con fuerza el lateral de mi barriga y caigo al suelo, emitiendo un grito ensordecedor. Las miradas recaen en mí y se agolpan a mi al rededor. Rick hace contacto visual conmigo y toca mi rostro con terror.

—Tienes fiebre—afirma sin dejar de palpar mi cara—. ¿Qué te duele, cariño?

Mis ojos se empapan de lágrimas y hago todo lo posible para coger aire.  

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora