CAPÍTULO 36.

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—Creo que vi la luz—emito con dificultad al sentir un pinchazo en el lateral de mi abdomen—. Sigo viva, paz y amor.


Todos los ojos se posan sobre mí y escucho palabras de sorpresa.

—Te veo bastante animada—chilla Alissa, echándose a llorar.

Sino fuera por Daryl que la agarra con delicadeza para que no se lanzara sobre mí a abrazarme, estaría llorando de dolor porque Alissa no conoce el dar abrazos flojos. La mirada que me echa me deja un poco descolocada, pues es la primera vez que veo lastima dirigido hacia mi persona.

—Me duele, pero mejoraré. ¿Dónde está mi niño?

—Está en el asiento del copiloto con Rick. Se están haciendo compañía.

Suspiro y procedo a cerrar los ojos. Ni siquiera sé como expresarme, es un cúmulo de emociones extrañas.

—¿Y Carol y Maggie? Me gustaría darles las gracias.

Glenn se adentra en compañía de la segunda nombrada, para inclinarse a dejar un beso en mi frente.

—No sabes lo feliz que me hace verte despierta—murmura sin dejar de acariciar mi cabello negro—ya no te pongas mala, eh.

—Voy a intentarlo—respondo con una timida sonrisa—. Maggie gracias por ayudarme, sabes que estoy aquí para todo lo que necesites.

Maggie también me da otro beso en la frente y observo que tiene la misma mirada que Daryl. ¿Me he perdido de algo?

—Carol está en el otro vehículo—aclara Carl, regalándome una amplia sonrisa—. Durante la noche nos encontramos con otro hombre, es amigo de Aaron. No queda mucho para llegar la comunidad. Me alegra que hayas despertado, iré a avisar a Dylan.

Se marcha en compañía de Glenn y Maggie.

—¡Hola, mamá!—exclama mi pequeño dando saltos.

—¡Hola, mi amor!

Dejo que me abrace y consuelo el llanto que no tarda en descargar sobre mi pecho. Sobo con parsimonia su espalda y me trago las lágrimas para no empeorar la situación. Sus manos se aferran a mis hombros y me desgarra el corazón escuchar sus desesperados sollozos.

—Estoy bien—le aseguro.

Intento que se aparte de mí para poder mirarlo, pero se niega y se aferra con más fuerza. Ignoro la punzada y trato de que su llanto descienda.

—Está bien, cariño, todo va a estar bien.

Daryl, Mateo y Alissa nos dejan espacio. ¿Por qué todos me miran de esa forma? Supongo que es porque me quieren y temieron que no despertara... pero, ¿por qué no me miran con felicidad? ¿A que vienen esas miradas de tristeza? Cierran la puerta del pequeño cuarto de la caravana y nos dejan a los dos solos.

—Mamáaaaaa—alarga entre sollozos—perdoname, mamá.

No puedo controlar las lágrimas al escuchar el dolor en sus palabras.

—¿Por qué me pides perdón, cielo? ¿Qué te ocurre? La operación salio perfecta, volveré a ser la misma dentro de poco.

Niega con la cabeza y levanta la mirada, donde veo una mezcla de odio y tristeza.

Seca mis mejillas y quita algunos mechones de mi frente. Se arrodilla en el suelo y agarra mi mano con determinación. Aún así, sus ojos no dejan de llorar. Me parte el alma ver así a mi hijo.

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora