CAPÍTULO 13.

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Desde mi habitación puedo escuchar como Rick habla con unos desconocidos que se han colado en la prisión mientras no estábamos. No tenía la fuerza suficiente para enfrentarme a gente que no conozco ni confío. Dejare que Rick decida si se quedan o no. Él siempre verá por el bienestar de los suyos.

Mis ojos se abren lentamente y siento unas manos aferrarse a mi cintura con fuerza, después un suave sollozo sobre mi oreja. Atrapo sus manos y las envuelvo con las mías. ¿Qué le está pasando a mi amor? El corazón se me rompe un poquito más, y lo único que puedo hacer es sostener su mano. Con la idea de que él sepa que nunca voy a irme de su lado. Aún así tengamos la pelea más horrorosa del mundo, no le dejaría de apoyar. Rick y yo éramos una sola persona, debíamos permanecer unidos en todo momento.

—Creo que me estoy volviendo loco...

Me giro sobre sus brazos y en la oscuridad de la celda puedo ver su rostro con ayuda de una pequeña lintera. Sus precioso ojos azules se tiñen de un suave rojo, delatando sus traviesas lágrimas. Beso cada una de ellas y junto nuestras frentes.

—Estoy aquí, mi amor, estoy aquí.

Al escucharme otro sollozo se escapa de su boca y termina por esconder su rostro sobre mi cuello. Le rodeo con mis brazos como si fuera un bebé y acaricio su espalda con delicadeza.

—No puedo más. No pued.. puedo...

—Yo podré por los dos, ¿de acuerdo?

Se me saltan un par de lágrimas al sentir como llora bajo mi cuello. Hacía tanto tiempo que no le escuchaba tan roto y miserable. Parecía un niño perdido en un mundo tan grande. Pero yo era su gps personal y no dejaría que se perdiera, no permitiría que él se sumergiera en la oscuridad. Sabia que algo le pasaba, le he observado desde la muerte de Lori. La mayoría de veces parece ido, como si algo consumiera su atención y sufriera con ello.

—La veo...—susurra demasiado bajito. Fue un milagro escucharle.

—¿A quién ves, mi vida?

—A Lori.

Mi ceño se frunce levemente.

—¿Cómo?

—Solo aparece y dice cosas que me descolocan. Ella está muerta y puedo verla, tiene un vestido blanco y me sonríe. No puedo ayudarla, ella ya no está. ¿Por qué sigo viendola?

Pese a todo puedo entender lo que dice. Planto un beso en su cabellera y tras meditar bien mis palabras, susurro:

—Tienes que dejarla ir. ¿Recuerdas las veces que me levantaba gritando por las noches?

Rick emitió un sonido gutural con la garganta, dando a entender que se acordaba.

—Veía a mi hermano, Rick. No dejaba que su recuerdo me abandonara y la culpabilidad me comía viva. Entonces yo le veía de la peor manera posible en todas partes, gritando que le había dejado morir...—los ojos me pican y hago todo lo posible para contener mi hilo de voz—. Te sientes culpable, Rick. Es fruto de tu consciencia. Le prometiste cuidarla y ambos no acabaron en buenos términos. Ahora tienes que dejarla ir y volver a la realidad. Sino te va a consumir y acabara con tu cordura. Tienes una niña y a Carl, se quedaron sin su mamá. Te necesitan más que nunca. Te ayudaré en todo lo que esté en mi alcance, lo sabes...

Rick asiente y se acurruca entre mis brazos. Le canto una dulce melodía y siento como sus músculos se van relajando poco a poco. Cuando por fin noto que se queda dormido, trato de conciliar el sueño. Estoy agotada.

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Por la mañana soy una nueva persona y me siento más relajada. El otro lado de la cama está vacío y me siento extraña. Rick se ha marchado antes de que abriera los ojos. Suelto un suspiro y trato de no tomar mucha importancia al asunto. Después de todo él vino a mi y me contó lo que ocurría, confiaba en mí plenamente. Seguíamos siendo una pareja que podía tener el apoyo del otro sin importar que tan grande sea el problema.

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora