La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]

CAPÍTULO 09.

Mis ojos se mueven con lentitud hasta la persona que tengo delante de mi. ¿Acaso esto es alguna especie de broma? ¿Cómo puede ser verdad? Parpadeo varias veces para que las molestas lágrimas me dejen ver aquel fantasma que tanto he amado. Ella me mira con una enorme sonrisa y puedo divisar como parte de su mejilla está cubierta por un parche. Parece que mis pies están estancados sobre el suelo, no puedo mover ni un músculo y aquello me está poniendo de los nervios. Es como si una parte de mi cerebro se haya quedado congelado. No puedo reaccionar ante lo que ven mis ojos. Me deja ver su bonita hilera de dientes blancos y en cuanto siento su calidez rodear mi cuerpo una parte de mi parece reaccionare ante su tacto. Y es el momento donde me cuestiono si me estoy volviendo loca, porque puedo sentir con la yema  de mis dedos la suavidad de su piel. Y como si de un sueño se tratase me aferro a su cuerpo con la idea de que no me quiero levantar de este sueño. Necesito escapar de mi realidad y tenerla entre mis brazos es mi gran escape. 

—Pensé que la llorona era yo, Alexa, ni que me haya muerto.

Muerto... Muerto... Muerto... Aquella escalofriante palabra retumba sobre mi cabeza una y otra vez. Entonces tomo tanto aire como puedo y con todo el dolor del mundo me separo de mi fantasía. La veo a los ojos y me es imposible contener las lágrimas. Se me escapan varios sollozos y soy incapaz de emitir palabra alguna. La vocecita que mas amo en este mundo me abre otro camino a la realidad. ¿Qué está pasando? 

—¡Mami, mami, mami!

Sus gritos se me hacen lejanos y mis rodillas comienzan a flaquear. Y aunque no esté parada sobre un lugar pequeño siento que todo a mi alrededor comienza a encogerse. Mis pies dejan de sostener mi cuerpo y siento como alguien toma de mis brazos para parar mi caída. Y puedo ver sus ojos, sus bonitos ojos azules mirándome con preocupación. Me aferra a sus brazos, como si no quisiera que me rompiera en pedacitos. Sus ásperas manos se pasean con delicadeza sobre mis mejillas para tratar de parar el mar de lágrimas que estoy soltando. Sus ojos me tienen hipnotizada, como si él fuera una corriente que me sujeta a la tierra, a mi cruda realidad. ¿Es un sueño? 

—Vamos a estar bien, morenita, respira conmigo. 

En cuanto escucho su voz llena de calma mezclada con una amarga tristeza, puedo reconocerlo y estabilizar mi respiración. Le imito como si fuera una alumna mirando las explicaciones de su maestro. 

—Joder, Alexa, casi me da un infarto. 

Separo mi mirada de Rick al escucharla y lentamente me separo de su agarre. Pestañeo varias veces y me tomo la libertad de pellizcarme el brazo. Me duele tanto que puedo ver que esto no es un bonito sueño, esta sucediendo de verdad. Las manos me tiemblan y ella se encarga de envolverla entre las suyas, logrando que deje de ser una manojo de nervios.

—Vamos a organizar un bodorrio por todo lo alto, Alexandra, agradece que vas a tener a la mejor dama de honor del mundo. Seguro que podemos encontrar algo bonito para que te pongas ese día. Hasta Daryl me prometió que ayudaría, no veas el beso de telenovela que me dio. ¡Casi me derrito enterita! En fin, vamos a tener muchas cosas que hacer. 

Asiento con la cabeza una y otra vez, con la idea de aceptar todo lo que ella me pida. Soy consciente de que todo el mundo nos mira y siento un suave rubor extenderse por mis mejillas. Ignoro al resto y me centro en ella, en Alissa, en mi mejor amiga, mi hermana. No puedo controlar mi conmoción y felicidad, entonces me doy el privilegio de abrazarla como si mi vida dependiera de ello.

—Te quiero, te quiero, te quiero...—susurro sobre su oído. Siento que no se lo digo a menudo y necesito que le entré en su cabezota que la quiero muchísimo—. No me dejes nunca, por favor, no lo hagas. 

—¿Cómo voy a dejarte, estúpida? Ni el apocalipsis nos va a separar. Ahora limpiate las lágrimas que todo el mundo te está mirando llorar como una niña pequeña.