CAPÍTULO 41.

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Mis pies se quedan estáticos cuando veo que Denise, la nueva doctora, intenta salvarle la vida a Carl

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Mis pies se quedan estáticos cuando veo que Denise, la nueva doctora, intenta salvarle la vida a Carl.

Mis ojos se sienten pesados y aquel ardor en mi pecho era insoportable.

El ruido de fondo es confuso y solo me percato en que alguien me quita el poncho sucio.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué todo tenía que salir mal? Me llevo una mano a mi rostro y retiro todo rastro de lagrimas. Suspiro pesadamente y mis  sentidos vuelven a tierra.

Observo la abrumación en el rostro de Rick y me acerco a ayudarle a quitarle aquel poncho maloliente. Ni siquiera es capaz de emitir palabra, al igual que yo. Se da media vuelta y con el machete en la mano sale de la enfermería.

Meneo la cabeza sin creerme que Rick ha salido solito a enfrentarse a todos esos caminantes.

—No puedes salir, Alexa—veo la mano de Aaron apretar con sutileza mi brazo y sin querer parecer brusca, me alejo.

—Sálvale la vida, por favor—le ruego a Denise, después pongo la mano sobre el pomo de la puerta—iré a ayudar a Rick, no puedo dejarle solo.

Escucho comentarios de sorpresa, pero no me detengo y salgo al caos que hay fuera. Llego a su lado y le cubro la espalda sin necesidad de hablar, no hace falta, no en este momento. Él con su hacha y yo con mi machete, intentamos aniquilar con los que quieren invadir la zona de la enfermería. Necesitábamos ese sitio libre para que pudieran operarle sin interrupción.

Hago una mueca de dolor que proviene de mi estomago y por un momento me pongo a pensar si se tratan de cólicos. Me muevo de un lado a otro, gritando de la rabia y poniendo todo mi enfado en cada machetazo.

Mis ojos se dirigen a la puerta, donde veo salir a mis amigos y vecinos de Alexandria, uniéndose a nuestra lucha por exterminar a los caminantes.

Rick nos da palabras de aliento para continuar, dándonos las espaldas unos a otros, en caso de que un caminante nos salga de sorpresa a atacar.

Nos alejamos cada vez más de la enfermería, gritando para llamar su atención. Logramos nuestro objetivo y continuamos a pesar del cansancio. Veo salir a más gente de sus casas pese al terror y me quedo descolocada al ver como demuestran su valentía.

Sonrío para mis adentros, porque empezaba a entender que no eran unos inútiles. Era un comienzo de algo, no todo estaba acabado, debíamos continuar por nuestras vidas. 

Las rodillas me flaquean y tengo que respirar con fuerza ante el punzante dolor.

—¿Todo bien?—grita Michonne por el ruido de fondo.

—Sí, perfecto.

Asiente y continúa meneando su katana de un lado para otro.

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La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora