CAPITULO 35.

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Es de esos momentos dónde por mas que intento controlar mi llanto y gritos, me es imposible

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Es de esos momentos dónde por mas que intento controlar mi llanto y gritos, me es imposible. Muerdo con fuerza mis labios agrietados y dejo que mis lágrimas salgan sin tomar descanso. El dolor aumenta a cada segundo y mantenerme lucida es complicando.

Aaron había cumplido con su palabra, decía la verdad. Una parte del grupo había encontrado la caravana con la cual poder transportarnos a su comunidad.

Rick no había tardado en transportarme hacia el vehículo con cuidado y así mismo me dejó tumbada en una pequeña cama, donde se habían encargado de desinfectar cada rincón.

—¿Puedes esperar fuera?—le pregunto a duras penas.

Rick parece pensar y cierra los ojos con fuerza.

—Quiero quedarme aquí—murmura, abatido, para después ponerse de rodillas y tomar mis manos temblorosas—no quiero dejarte sola. Por favor, no me alejes. Tengo miedo...

—Yo también—susurro con un deje de terror en mi voz.

—Si no la operamos, morirá—secunda Carol al pasar por la puerta que da acceso a la pequeña habitación.

Los demás se habían quedado fuera. Carol era la más experimentada y la que se había ofrecido a aceptar los riesgos que conllevaría operarme sin ser cirujana. Rick temía que en algún momento la gente de Aaron nos atacara, porque a pesar de que tuvieran un médico allí seguíamos con la desconfianza latente y tampoco sabíamos si iba a aguantar hasta llegar. No queríamos arriesgarnos conmigo siendo un estorbo para pelear, así mismo me denominé ante todos, porque no podía ni ponerme de pie por mi cuenta. Así que si todo salía bien partiríamos en media noche para no levantar sospechas. Había conocido a Aaron siendo unos niños, pero no le conocía realmente ahora y pese a eso nos había facilitado todo lo necesario para iniciar una rápida intervención a mi apéndice.

Solo que no había anestesia. Así que me abriría en plena consciencia.

—Y si lo haces, puede que también—contesta con la mirada aguada por las lagrimas retenidas.

—No se va a morir, Grimes—le regaña Alissa. Le pasa unos guantes y una mascarilla, así como Carol y ella llevan para evitar contagios en cuanto me abriesen—. En cualquier momento se desmayara porque apenas tiene fuerza, al principio le dolerá pero será rápido.

Se me escapa una risa que me hace fruncir el entrecejo ante el dolor.

—A ti no te van a clavar un bisturí, capulla.

Alissa se ríe y en aquellos ojos verdosos puedo observar el miedo. Les sonrío lo mejor que puedo y trago saliva.

—¿Puedes esperar fuera, por favor? Estoy segura que Dylan está asustado, sigue siendo un niño jugando a ser adulto—me sincero con un nudo en la garganta, pues ver el comportamiento de mi hijo me pone triste—. Y necesita el apoyo de su padre. Dile que todo va a salir bien.

La otra familia: vuelve a mí. [Rick Grimes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora