Prepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello.
Y e...
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Advertencia: escenas fuertes.
L A C I E
Recorro con la mirada la habitación cuando escuchó la puerta principal cerrándose y sonrío. Había pensado que el despertar sería más complicado debido a la noche anterior, pero negar que me aliviaba el hecho de que tendría tiempo para pensar con claridad lo que había hecho sería de hipócrita.
Pensé que realmente sería tedioso tener que explicar lo que en realidad no tenía claro, pero Tae me lo había facilitado muy bien. No me arrepentía de lo que había sucedido anoche, solamente no me sentía con fuerzas como para enfrentar todo lo que se venía.
Fui consciente de sus sentimientos en todo momento y no le mentí cuando le dije que me gustaba, pero no estaba dispuesta a cambiar ni por él. Deje que me contuviera porque aunque me consideraba una persona fuerte habían pesos que una sola no podía cargar y aunque sabía de antemano que no lograría ayudarme sentí esa ilusión y esperanza que solo pocas veces lograba tener.
Recojo mi cabello en un moño y apartó las sábanas de mi cuerpo antes de ponerme de pie. Quería tomarme una ducha, pero ni siquiera tenía ropa interior. Me acerco hasta el baño de la habitación y enciendo la luz observándome en el espejo. Tenía los ojos hinchados, los labios también y una expresión de recién levantada que no era apetecible para la vista de nadie.
Lavo mi rostro junto a mis dientes con ayuda de mi dedo índice y al acabar apago la luz saliendo del lugar. De camino a la puerta de la habitación tomó la camiseta que Tae había dejado en la cama y me la pongo. En el pasillo que conduce a las otras habitaciones veo algo en la puerta principal y me acerco frunciendo el ceño.
"Antes de que te vayas desayuna, no me hagas revisar las cámaras para verificar que lo hayas hecho. —Tae."
Tomó el papel pegado de la puerta y sonriendo giró sobre mis talones para ir a la cocina. Dejo la nota en la isla y antes de poder abrir la nevera escucho el ringtone de mi móvil por alguna parte del departamento. Sigo el sonido hasta la sala y me inclino para tomarlo del suelo.
—¿Hola? —hablo sin saber de quién se trata. Siento un suspiro detrás de la línea y un grito por detrás que me relaja.
—¡Te estuve llamando toda la mañana! —grita Idaly desde el otro lado. Sonrío y vuelvo a salir de la sala yendo directamente a la cocina—. ¿Dónde se supone que estás?
—Me quede dormida en el departamento de Tae —decido contarle, ella ahoga un jadeo—. Te lo contaré cuando vuelva a casa.
—¡Y con detalles! —agrega provocando que ponga los ojos en blanco.
—Claro que no. —Abro la nevera y verifico lo que hay dentro. Tae al parecer tiene la compra al día—. ¿Cómo está Estrella?
—¡Uy, sí! yo bien, gracias por preocuparte —ironiza—. Está bien, Jarvis estuvo por aquí desde temprano.