Prepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello.
Y e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
L A C I E
Suspiro tratando de controlar la sensación de malestar que me invade y abro los ojos echándome hacia atrás de brazos cruzados. Sin evadir la mirada de Tae lo observó con atención, maldiciendo mentalmente por su hipocresía.
—Sé que acostumbras a hablar con esas palabras pero sería un favor que aquí no las usaras —dice, dejando detrás suyo el vaso con tranquilidad—. Estamos en una casa de familia, si no te has dado cuenta.
Le sonrió con falsedad. Nunca había sentido tanta irritación en mi vida, muchas veces me había encontrado con personas que sacaban mi lado más inhumano, pero la reacción que tenía mi cuerpo con Tae era completamente otra cosa. No lo toleraba, odiaba cada vez que estaba cerca de mí y pensaba que con su dinero podría mejorar todo.
—Lo siento, no acostumbro a hablar con palabras de Dios, si es a lo que te refieres.
Tae se ríe y niega con la cabeza.
—No específicamente tienes que hablar así, solo con que evites decir palabras fuera de lugar estaría contento. —Me guiña uno de sus ojos, provocando que nuevamente tenga ganas de golpearlo.
—Oh, ¿era para dejarte contento a ti? —Me enderezo elevando ambas cejas—. Entonces jodete, Carter.
—¿Por qué es tan difícil tratar contigo? —pregunta, tratando de analizarme con su mirada. Más de una vez había visto aquella acción por parte suya, tratando de estudiar las acciones y expresiones de los demás pero para su mala suerte yo sabía esconderlo con facilidad.
—Tal vez sea porque eres un idiota y no sabes tratar conmigo. —Me encojo de hombros.
—Siempre estás a la defensiva.
—¿Haremos una terapia de psicología? Porque estoy extrañando algo que no hay aquí, un hombre que sepa preguntar lo que tiene que preguntar en el momento exacto si no quiere ganarse un golpe.
—No, no estaría tan demente como para gastar horas de mi vida escuchándote. —Se despega del mesón con intenciones de irse.
—No, claro. Lo tuyo es ir e investigar sobre la vida de uno, ¿no? —me atrevo a preguntar—. Gastar dinero en alguien que te resuma toda mi vida en tres papeles que a los días dejará en tu escritorio.
—No sé de lo que hablas, ¿estas acusándome de algo? También soy muy malo como para captar acusaciones falsas. —Chasquea su lengua—. Solo que, antes de que sigas, quiero decirte que puedo denunciarte.
—Típico de un nene de bien —murmuró riéndome.
—¿Un nene de bien? —Lo ignoro—. ¿Sabes? Ya me estoy cansando un poco de esto, te vas de moralista y siempre estás atacandome porque tengo dinero. Ni siquiera te has tomado dos minutos en tratar de conocerme, solo juzgas lo que ves y buscas la mínima cosa para liberarte de mi presencia insultándome.