26. Esperanzas.

1.5K 155 50
                                    

T A E

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

T A E

No me había dado cuenta pero si tenía que admitir algo: me gustaba verla con la guardia baja.

De Lacie te podías esperar muchas cosas, siempre está a la defensiva, preparada para atacar antes de que lo hagan. Te destruye con su indiferencia, con su manera de ver la vida, con su orgullo, con todo lo que demuestra, ¿pero lo que acababa de ver habían sido nervios o fue mi imaginación?

Quería reírme porque había aprovechado el momento y al final tuve éxito. Descubrí una nueva faceta suya que si bien sabía que existía, no pensé que la iba a demostrar con mucha facilidad.

Después de oírme solamente huyó, no dio explicaciones, no respondió y sinceramente tampoco lo espere. La vi irse tan rápido que no pude ni siquiera atreverme a suspirar y estando en la soledad de mi despacho también descubrí algo que de mí desconocía.

Me había gustado su presencia. Sí, su silencio había sido reconfortante y su mirada en mí me obligó a mantenerme ocupado en el trabajo para no sacar un tema de conversación. No me ponía nervioso, ni había sido tan encantadora, pero su presencia sirvió para concentrarme en el trabajo y eso no sucedía muchas veces.

—¿Qué tal? —La voz de Oscar me hace levantar la mirada del documento que estaba leyendo. Suspiro y apoyando los papeles en mi escritorio me tiró hacia atrás.

—¿Sabes? Desde ahora cambiaré mi básica regla de no festejar mis cumpleaños solamente para comprarme un pastel, encender las velas y pedir el deseo de no verte nunca más. —Le regalo una sonrisa súper fingida que él capta al momento.

—Me siento halagado, vas a cambiar algo que odias solamente por mí. —Se toca el pecho conmovido. Desde mi lugar veo como se mueve hasta el sofá de enfrente y se tira con pereza.

—También te odio, diría que un poco más que celebrar mi cumpleaños. —Me encojo de hombros—. Tómalo como un sacrificio, con tal de no verte le vendería el alma al diablo.

—Yo soy el diablo.

—No lo dudo, sinceramente. —Entrelazo los dedos sobre mi abdomen—. ¿Se puede saber por qué has salido del inframundo solamente para visitarme? El halagado de repente soy yo.

Oscar suelta una risa escandalosa, fingida y estúpida, pasándose un mechón de su cabello crecido hacia atrás. Desde que lo conozco jamás he visto ese crecimiento de cabello ya que él resulta ser algo quisquilloso con su físico.

Nos conocemos desde que éramos unos niños, lamentablemente nuestras madres fueron amigas de toda la vida hasta que la mía descubrió a la suya en la cama de mi padre. Súper normal que tu mejor amiga de toda la vida te traicione con tu esposo, por cierto, pero a mi madre no pareció importarle y a nosotros mucho menos. Es más, creo que el "engaño" le benefició a mi padre porque ambas familias se unieron más que nunca. Supongo que solo fortaleció la amistad, nótese el sarcasmo.

Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora