Prepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello.
Y e...
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—Lo siento...—susurre sobre su pecho, escondiendo mi mirada avergonzada de la suya. Su mano se deslizó por mi espalda en una reconfortante caricia y me apretó aún más soltando un leve suspiro.
—¿Por qué sigues disculpándote si no es tu culpa? —preguntó Jarvis, quien no había querido despegarse de mí.
En realidad no sabía porque lo hacía, suponía que el sentimiento de vergüenza que tenía era porque por dentro la tonta idea de que Jarvis se enojara conmigo me embargaba. Claro que no era mi culpa, yo no supe de esa verdad hasta hace poco y si no lo quise contar es porque para mí no cambiaba absolutamente nada. Juvier seguía siendo el padre de Jarvis y Estrella y aún así él mismo decidió marcharse para reconstruir su vida como si ellos no existieran.
—Que no seas hija de Juvier no cambia el hecho de que para mí tú significas muchísimo más de lo que crees. No cambia el hecho de que eres, al igual que Estrella, la persona más importante de mi vida —agregó. Reprimí mis ganas de llorar y lentamente me fui alejando de él para poder verlo. Jarvis me regaló una sonrisa—. ¿Qué piensas hacer?
—¿Con qué?
—Con lo que te dio Juvier. —Alzó una de sus manos y escondió un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
No tenía espacio en mi mente para pensar en algo como tal, ni mucho menos para procesarlo, nuestras vidas seguían en el hilo del peligro y no iba a tomarme el tiempo en buscar a alguien cuando las personas más importantes para mí necesitaban que los proteja. Y sinceramente, tampoco sentía que necesitaba saber sobre él, en este momento de mi vida la imagen de un padre no era lo más importante para mí y había aprendido tantas cosas como para asegurar que muchos menos necesitaba de él.
—No lo sé, sinceramente ahora mismo no es mi prioridad —no mentí. Arrugue mi nariz y apartando la mirada de la televisión me enfrente nuevamente a su mirada—. Tal vez más adelante.
—De acuerdo, sabes que siempre estaré aquí, ¿sí?
Asentí con la cabeza y dejé que besara mi frente antes de que se alejara para cargar el cuerpo de Estrella y poder llevarlo a la habitación. Cuando mi amiga estuvo libre de su cuerpo no perdió tiempo en abrazarme y sin decirme nada relacionado a lo de recién porque sabía que solo me agobiaria, me invitó a tomar una taza de té.
Por suerte cuando Juvier llegó Estrella ya estaba durmiendo y no había alcanzado a verlo, sabía que no siempre iba a poder impedirlo ya que cuando creciera ella iba a poder decidir qué hacer con él como Jarvis lo hizo, pero mientras estuviera en mis manos iba a ser hasta lo imposible para que ese reencuentro se atrasara.
Me daba pavor que Juvier intentara llenarle la cabeza creando una película donde él era el bueno y nosotros los villanos, tergiversando la realidad. Él tenía todo el derecho de sacarme a Estrella, de eso y de muchas cosas más, pero lo había visto en su mirada las pocas veces que nos cruzamos y aunque me costaba admitirlo, no veía maldad en ellos.