—Mierda —murmuro. Pasó una mano por mi cabello y trago saliva desesperada—. Mierda, no, no, no.
Me levanto de un salto de la cama y con apuro comienzo a buscar las prendas de mi ropa. Cuando consigo colocarme el vestido tomó los tacones y verificando que no me haya olvidado nada me acerco a la puerta de la habitación para poder irme. Bajo el silencio de la pequeña casa me escabullo con facilidad llegando a la sala principal de inmediato.
—¿Dónde vas? —pregunta detrás de mí apenas tomó el pomo de la puerta. Con el cuerpo rígido giro sobre mis talones y acomodo un mechón de mi cabello detrás de la oreja.
Demoró más de lo debido sin responderle y nerviosa me toco el puente de la nariz.
—Lo siento muchísimo por lo que sucedió, no es una costumbre mía y si quieres reclamárselo a Oscar estás en todo tu derecho —farfulló tomando una bocanada de aire cuando lo necesito—. También si me das tiempo podría juntar el dinero y...
—Detente —pide, cortando el discurso improvisado que estaba dando—. Si hablas por haberte quedado a dormir no tengo ningún problema. —Sonríe tratando de hacerme sentir cómoda con la situación.
—Yo hablaba de...
—Lo sé, no tienes que excusarte, fue mi culpa. —Asiento con la cabeza avergonzada. Jamás me había pasado algo parecido y no sabía cómo manejar la situación—. Hice el desayuno, puedes quedarte si quieres.
—¿Qué? ¡no, está bien! —me apresuro a decir.
—Por favor, no es ninguna molestia. —Se cruza de brazos analizándome vario segundos en silencio antes de agregar—: si quieres puedes quedarte como recompensa por lo que sucedió.
—¿Estás seguro?
Él sonríe.
—Segurísimo, acompáñame.
Nerviosa y con el cuerpo tembloroso lo veo darse la vuelta antes de entrar por una puerta que desconozco. Las ganas de irme me carcomen, pero descarto la idea cuando hago el intento y corroboro que la puerta está con seguro. Suspiro al sentir las manos sudadas y dándole una mirada a mis pies descalzos comienzo a caminar hacia la puerta donde lo vi desaparecer.
Apenas entró y me encuentro con la cocina, buscó con la mirada su cuerpo dentro de la habitación. Veo como deja el plato con frutas arriba de la mesa y cuando está todo listo apoya sus manos en el borde de una silla esperando que acepte su invitación.
Adelantándome antes de que diga algo dejó los tacones debajo de la mesa y me siento bajo su mirada curiosa. Con la mirada en el plato siento como me imita e inconscientemente me apoyo en el respaldo buscando más distancia de la que tenemos. Nunca, en todos los años que había trabajado, me había pasado algo similar. Sí, muchísimas veces me habían invitado a cenar, pero nunca a desayunar o almorzar porque jamás me había quedado a dormir con alguien.
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Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]
RomancePrepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello. Y e...