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Observó la gran vista que nos ofrece el cristal que está al frente de nosotros y no evito emocionarme mientras busco con la mirada si encuentro los lugares más conocidos de la ciudad. Desde esta altura es casi imposible distinguir algo que no llame mucho la atención, pero consigo ver algunos lugares que me hace ilusión visitar.
El vértigo que había sentido minutos atrás desaparece en cuestión de segundos cuando me dejo manipular fácilmente por la música clásica en busca de mi relajación y el tintineo de los cubiertos de las demás personas.
No era una persona que frecuentaba mucho este tipo de lugares, insistía y seguía sosteniendo que mis lugares favoritos eran los de comida rápida donde íbamos casi todos los sábados con Estrella, pero permitirme vivir dicha experiencia que estaba aconteciendo no fue para nada una mala decisión.
El restaurante sudaba elegancia por todas partes, por cada rincón. Y no era para menos, ¡estábamos en el maldito Jules Vernes! ¡En París! Nuevamente contengo mi chillido y llevándome la copa del sofisticado vino observo el lugar queriendo capturar cada rincón en mi memoria.
Los restaurantes elegantes se destacaban por su forma sencilla y pulcra de ser, todo lo que había en el lugar apostaba que fue estrictamente pensado para que diera aquel toque sofisticado, elegante, caro y sobre todo, minimalista. No habían colores fucsia como aquel carro de comida rápida que Estrella eligió la vez pasada, ni un amarillo característico de Mc donald's. Todo era blanco, negro e incluso, gris.
Nada de bancos de madera que poco a poco se le iban perdiendo la pintura como en los de las plazas, estos eran sillones: sí, donde tu culo agradecía eternamente estar. Mesas cuadradas, cubiertos que brillaban, copas enormes y detalles que hacían del lugar uno muy estiloso.
—¿Savez-vous déjà ce que vous allez commander ? —La voz masculina que nos había atendido hacía unos minutos, vuelve a capturar mi atención. Salgo de mi asombro carraspeando mi garganta avergonzada y corro en ayuda de mi acompañante.
Había estado tan concentrada detallando todo que ni siquiera había visto la carta que nos había dejado hace un rato. Tampoco podía culparme, era la primera vez que venía y que apreciaba desde estas alturas la ciudad. Estuvimos viviendo dos años en Marsella pero nunca tuve el tiempo necesario para visitar otras ciudades cercanas y venir me hacía mucha ilusión después de tanto trabajo.
Él mantenía su mirada intacta sobre mí, como la última vez que repase en su presencia antes de quedarme fascinada con los demás. Parecía que llevaba un buen rato mirándome y aunque me gustaba, los nervios no me dejaban procesar tanta información. Tenía una sutil sonrisa en sus labios, como si estuviera admirando algo increíble, con un brillo especial en sus ojos.
—Tráenos el primer menú —decidió al final, sin girarse a ver al chico. El desconocido asintió y como si eso fuera necesario se giró sobre sus talones marchándose—. ¿Ya terminaste de inspeccionar el lugar?
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Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]
RomancePrepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello. Y e...